Número de Vida Religiosa, Diciembre

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¿Te atreves?
“De pequeños era toda una provocación. Si además te decían “¿a que no te atreves…?” era el ingrediente necesario para una hazaña o un gesto de valentía. Cuando crecimos entendimos que el atrevimiento tenía que estar matizado por la prudencia y la prudencia por el equilibrio… No pocos adultos han dejado el atrevimiento como un pecado de juventud, porque lo que pide la vida, con realismo, no es atreverse, sino asegurar.
Sin embargo, la Navidad es un atrevimiento. Una verdadera osadía. Una sorpresa inimaginable (en cuanto la imaginamos la suavizamos y en cuanto la suavizamos la domesticamos), un todavía más, en esa escala de amor que sólo conocemos por aproximación. La Navidad, en verdad, es la manifestación de lo imposible que se hace posible en el corazón de Dios. Rompe el muro del silencio de la humanidad para quedarse, como be- llamente acaba de afirmar el Papa. Y, desde entonces, esa ruptura, ese atrevimiento es la salvación para todos. Es la opción descarada y sorprendente por todo lo derruido, lo desgraciado y lo malherido. Es la demostración palpable de cómo el nacimiento de Dios fue y es de esta manera: el abrazo con el empequeñecimiento y la minoridad.
La vida religiosa es, en sí, una provocación y un atrevimiento. Un auténtico nacimiento. Es más, mientras las congregaciones y órdenes mantienen cierto parecido con el pesebre se puede hablar de novedad. Cuando aquél recuerdo se matiza, se establecen las coordenadas circunstanciales de tiempo y lugar… hay poco que recordar del atrevimiento original.
En nuestros textos y documentos tratamos de fijar, con buena conciencia, esta opción exagerada por el débil, viviendo nosotros la debilidad. Formulamos la verdad que queremos vivir en medio de círculos asfixiantes de competitividad y eficacia. Hemos conseguido situar perfectamente en la estantería de la vida aquellos manuales para significar lo que debemos ser, bien separados de aquellos otros en los cuales somos, nos movemos y existimos. La realidad de la vida religiosa es compleja. No es cuestión de penalización moral, sino de objetivación de una situación que ha cristalizado. Teóricamente nos atrevemos a formular una vida religiosa más arriesgada y evangélica; más sencilla y comprensiva; más plural y libre… Vitalmente hemos sofisticado la Navidad, el seguimiento, la revisión de vida y hasta el sentido de la animación. Si alguien nos pusiera la mano en el hombro y suavemente nos dijese, ¿a que no te atreves a volver a la navidad de tu vocación? ¿a que no te atreves a desaprender? ¿a que no te atreves a probar la libertad y la disponibilidad y la comunidad… sin matices, ni condiciones… ¿a que no te atreves?
Es verdad que la vida religiosa tiene en su seno la fuente de la continua renovación. A tiempos grises les suelen responder religiosos y religiosas veraces; en momentos donde se suceden esquemas de reestructuración, hay voces que han conseguido establecer la sencillez como principio guía; a equipos de ejecutivos a lo divino, hay muchas vidas que están ofreciendo otro estilo de fraternidad, menos jerarquizado y más ágil. Hay personas, en este tiempo de profunda reforma, que están empezando a brillar, primero intermitentemente, después con luz continua y nos anuncian lo nuevo, que es lo de siempre… pero en el interior sentimos la profunda denuncia de haber convertido la navidad en un buen tiempo de reunión, el portal en un plan de acción, el nacimiento en la consecución de un proyecto y la adoración del Misterio en una línea operativa.
Va habiendo religiosos y religiosas que “sin colgarlo en los muros” se han dejado preguntar por Dios, “¿te atreves?”. Y empiezan a formular respuestas. Lo hacen sin ruido ni publicidad… pero lo hacen y se nota. Se les distingue por la libertad de espíritu, la ruptura con lo convencional de los medios, la relativización de las obras y la normalidad en la comunidad… Suelen tener un idioma claro, sin giros ni mensajes cifrados, tienden a llamar las cosas por su nombre y cuando hablan de amor se nota porque en ellos y ellas encuentras sitio. Son gente con mucho tiempo, aunque están ocupados, disfrutan cada instante, aunque estén en reunión y sea comunitaria y aburrida, que de todo hay… Son gente que está en los primeros años de su vida religiosa, en los primeros de su adultez o en los primeros de su vejez… Los hay de todas las edades. Y si te atreves, puedes hasta encontrarlos entre los que hoy no están, aquellos que Dios sigue llamando y que, a lo peor, no les hacemos sitio porque estamos, muy ocupados, reestructurando el portal.

ÍNDICE

Hasta la cocina, Daniel Izuzquiza
Mirada con lupa: Cinco preguntas al Sínodo
¿Qué decimos cuando hablamos sobre el estrés?, Juan Antonio Díaz de Rada
¿Los acontecimientos de la vida, nos evangelizan?, Bonifacio Fernández
Vivir con menos bienes, José Miguel Nuñez
ADN de profetas, Marta García
Retiro: ¡Asómate a la ventana! ¡El Señor viene!, Fernando Negro
Severiano María Alonso, apasionado por la vida consagrada, VR
La Nueva Evangelización: textos que impresionan II, VR
¡Ven, Señor Jesús!, Aquilino Bocos
Misteriosa transparencia, José Cristo Rey García
Lecturas recomendadas, Francisco J. Caballero
Regalarnos una tarde, Mariola López
Índices