Lo que nos sale con más facilidad suele ser la condena y más en estos tiempos en los que las personas nos encontramos cansadas y tensas.
Pero la propuesta de Dios va por otro camino, el de salvar. El de arrimarse al árbol malo para convertirlo en Madero de salvación.
En buscar lo que está perdido o enfermo o excluido para reintegrarlo en el aprisco de la compañía de los otros. Ya no hay soledades impenetrables o abismos insondables si nos dejamos encontrar por el que se hace el encontradizo a cada instante.
Mucho más sencillo y claro y justo y nuestro es el juicio (más bien la condena). Pero nuestro Dios no deja de ser complicadamente sencillo salvando a quien busca dejarse salvar, aunque sea a tientas. Casi siempre a tientas.
Dejarse. Amén