Misericordia 

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En este domingo de Cristo rey del universo se cierra el jubileo de la misericordia en el que el papa Francisco tanto empeño ha puesto. 

Ha sido uno de los frutos maduros del Espíritu que nos ha sorprendido y nos ha conmovido. Es cierto que todas las religiones suelen ser refractarias a los cambios en sus dimensiones institucionales, la iglesia católica también. Pero este tiempo ha sido oportunidad y acicate para muchos de nosotros. 

No se trataba de descubrir nada nuevo, sino de redescubrir en lo cotidiano la presencia de Dios misericordia y de hacernos más misericordiosos. Misericordia que es principio para cualquier diálogo y para abandonar posturas rígidas y estereotipadas que solo alimentan la separación entre buenos (solemos ser nosotros) y malos (los que no son ni piensan como nosotros) haciéndonos caer en el olvido voluntario de que nuestro Dios de vivos hacer salir el sol y derrama la lluvia para justos e injustos. 

También solemos borrar lo del trigo y la cizaña que solo pertenecen al Dueño de la mies y que se enzarza mucho más cuando el fruto ya está maduro, en una maduración personal y comunitaria. 

Olvido de que el Médico ha venido a curar a los enfermos y que hay más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte que por 99 justos que se autojustifican condenando a otros. 

Y que los sacrificios, sean estos los que sean, aún los más beneficiosos para los demás, no valen nada, viento y vacío, si no van acompañados de misericordiosa apuesta por huérfanos y viudas, por los que no tienen a nadie que los ame y los cuide. 

Un año hermoso que no se debería cerrar. Un júbilo sostenido que vaciase nuestras ansias de poder y de triunfo que son escándalo de piedra de molino para los más pequeños. Feliz tiempo de misericordia eternamente jubilar. 

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