Mis primeras palabras

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Hace unos años me invitaron a participar en un congreso sobre doctrina social de la iglesia. Preparé un texto. Ya ni me acuerdo del tema. Fui allí, lo expuse y ahí quedó todo. Fue interesante escuchar otras voces y otras opiniones. Lo interesante llegó al momento de la publicación de las actas del congreso. Uno de los organizadores me llamó para decirme que había un problema con mi texto. Es que en un pasaje citaba a Karl Marx, diciendo aquello de que había dicho que la economía era la infraestructura de todas las estructuras de la sociedad humana. El problema no era exactamente la idea sino el citar a Karl Marx.

Nosotros no nos vamos a hacer problema de citar a Marx. Sobre todo cuando tiene razón. La economía es la infraestructura que hace posible todas nuestras actividades, hasta las más altas, excelsas y espirituales. Para escribir estas mismas líneas me sirvo de un ordenador. Y el que las esté leyendo lo hace a través de internet. Eso significa que alguien ha pagado el ordenador y la conexión a internet. Todo eso supone un flujo de recursos producidos y elaborados en muy diversas partes del mundo que a través del intercambio comercial han llegado a nosotros y lo podemos utilizar para lo que nos interese en el momento. Eso es precisa­mente la actividad económica.

Nuestros institutos tienen una misión carismática. Somos servidores del evangelio. Anunciamos de diversas formas y maneras a Jesús. Esa misión nos ha llevado a tener centros de enseñanza, actividades diversas, hospitales… y muchas más cosas. Todo eso significa que disponemos de recursos más o menos abundantes. Y que tenemos la responsabilidad de usarlos bien y al servicio de la misión y de las personas que forman el instituto.

Por eso, para religiosos y religiosas la cuestión económica no es baladí. No la podemos olvidar. Y a veces, desgraciadamente, la economía es la gran olvidada. En realidad, es fundamental. Sin recursos no hay misión. O nuestras actividades se verían drásticamente reducidas o empobrecidas. Nuestros recursos son, por definición, escasos. Hay que administrarlos. Y administrarlos bien. Para no derrochar.

De esto irá este blog. Voy a intentar ser fiel e ir colgando nuevos textos con regularidad. Agradezco desde ya las respuestas y los comentarios. Este es un camino que tenemos que hacer juntos y, a ser posible, dejándonos llevar mucho por el sentido común, más importante a veces que la ciencia económica y la técnica contable juntas