viernes, 26 abril, 2024

MIRADA CON LUPA

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Ni triunfantes ni acomplejados… en transformación

Cinco claves ante la Jornada de la Vida Consagrada de 2017

Febrero es un mes especial en el calendario por comprender la Jornada de la vida consagrada. Este año, recién iniciado, no nace bajo ningún título. Hemos celebrado, en medio del Pueblo de Dios el Año de la Vida Consagrada y el Año de la Misericordia. Creemos que se han removido nuestras entrañas. Hemos descubierto que lo que queda por hacer es mucho y hemos recreado la esperanza, que no es poco.

Nos hemos acercado a algunos consagrados para que nos ofrezcan sus claves o prioridades, su intuición y reflexión con recorrido, más allá del presente incierto. Hemos procurado la conjunción de edades y carismas. Hombres y mujeres a pie de Reino nos dicen que lo urgente no son cambios puntuales, mucho menos los «parches», sino una profunda transformación que genere vida.

No se trata de crear deseos que no existan, pero constatamos que cuando de algo se habla es porque hay carencia… y abundancia en «singular batalla». Y hablar, se habla mucho de vida…

Seguramente tan ingenuo es pensar únicamente lo que nos falta como lo que hemos logrado. Situar la felicidad de la vida consagrada en una cadena de aciertos o la infelicidad en errores no deja de ser simplificar en demasía el diagnóstico. Lo cierto es que tras el Año de la Vida Consagrada y el Año de la Misericordia necesitamos saber qué efectos han tenido en las personas, las comunidades y las presencias apostólicas de consagrados.

Los cambios, entre nosotros, nunca se dan de modo radical. La vida es, en sí, proceso y hay que aceptar que los itinerarios de conversión son siempre difíciles de objetivar y también de graduar o clasificar. No hay dos tiempos iguales, aunque siempre se empeñe alguien en recordarnos que la historia se repite. Caminamos hacia una consumación que, desde la gracia, sabemos es el Reino siempre soñado, pretendido y no alcanzado.

Estamos convencidos de que la realidad de lo que necesitamos, también lo que hemos logrado está en la verdad de los rostros, estilos y edades de la consagración. Por eso nuestro empeño de acercarnos a modelos vocacionales diferentes. Hemos preguntado a diferentes personas, con ministerios y visiones muy distintos dónde sitúan los ejes, las llaves o las claves para que las decisiones que estamos llevando a cabo tengan presente, también futuro y, sobre todo, porvenir.

La escucha atenta de la pluralidad lejos de llevarnos al desaliento, nos acerca a las necesidades y, además, vemos que éstas son, en buena medida, compartidas.

Álvaro Rodríguez Echevarría es hermano de la Salle y durante 12 años su superior general. Insiste, desde su privilegiada visión que la clave de presente y futuro reside en aprender a hacer una síntesis adecuada entre Dios y los pobres. Rosa Ruíz es misionera claretiana. Mujer inquieta y ahora coordinando en su congregación una plataforma virtual de evangelización denominada «Acompasando». Su conclusión de vitalidad reside en posibilitar espacios para que la persona sea quien es. Esto exige una flexibilización de las estructuras. Por su parte, José María Arnaiz, marianista y director de la revista Testimonio de Chile clarifica que el presente y el futuro reside en posibilitar, identificar y celebrar las claves de vitalidad. Gente con visión que no se quede solo en lo inmediato. Almudena Vilariño es una joven monja benedictina que nos habla de llaves de futuro y las identifica con la oración, el silencio y la mansedumbre.

Si alguien es conocido y reconocido como persona con visión es Amedeo Cencini, que nos revela que el foco es la vida en clave de formación permanente que posibilite opciones reales y creíbles por los pobres. Gema Juan, carmelita descalza, nos invita a pronunciar cinco palabras con nuevo significado: autenticidad, lucidez, libertad, esperanza y entrañas.

Asunción Riopedre y Gonzalo Fernández son vicarios generales de sus congregaciones, Hermanas Hospitalarias y Misioneros Claretianos, respectivamente. En sus intuiciones nos dejan un itinerario y una perspectiva metodológica. Concluyen afirmando que la cuestión, ahora, es tener visión e interpretar con perspectiva las situaciones.

Finalmente, José R. Carballo, franciscano y arzobispo-secretario de la CIVCSVA, nos ofrece su particular síntesis de ejes guía para este presente: oración, visión para la misión, fraternidad, audacia en la expresividad de la pobreza y alegría en la minoridad. (Seguir leyendo en VR, febrero 2017-2. vol.123).

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