Las tareas del discípulo en Marcos
«Situarse, pertenecer y poner nombre…»
Dolores Aleixandre, siempre sugerente y nueva, nos propone un itinerario de discípulos desde el Evangelio de Marcos. De la lectura vital del texto, extraemos dos convicciones: una, aceptar el misterio de la fecunda relación de la vida comunitaria; dos, detectar nuestras fiebres para levantarnos, compartir vida, salir del aislamiento y ponernos a servir. Itinerario concreto y posible para recrear la vida. Para quienes piensen que solo son palabras… que prueben y verán.
Situarse en torno a Él
“Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor en círculo” (Mc 3, 34). “Cuando quedó a solas, los que estaban a su alrededor y los doce le preguntaron sobre las parábolas. Jesús les dijo: A vosotros se os ha comunicado el misterio del reino de Dios, pero a los de fuera todo les resulta enigmático” (Mc 4, 10-12).
Estar en círculo supone una postura de coincidencia con otros con la decisión de poner a Jesús en el centro. Es una imagen espacial del discipulado que puede ayudarnos a entender mejor nuestras posturas vitales, tanto en lo personal como en lo comunitario o en la misión.
Esta imagen circular expresa un matiz distinto del seguimiento. La imagen habitual que tenemos es aquella en que alguien va delante –Jesús– y otros –nosotros– vamos detrás. Aquí, sin embargo, aparece otra forma de proximidad con Jesús: es la circularidad, reunirnos alrededor del propio Jesús que nos convoca. Estar en círculo, por tanto, también quiere decir que estoy vinculado a otros en una postura corporal que tiene a Jesús en el centro.
El evangelista Marcos distingue dos tipos diferentes de gente alrededor de Jesús cuando dice: “A vosotros se os ha comunicado el misterio del reino de Dios pero a los de fuera todo les resulta enigmático” (Mc 4, 11-12). Este “vosotros” abarca dos grupos diferenciados que tienen en común que están a solas con Jesús. El texto distingue, otra vez, la gente que está fuera y la que está dentro, en el círculo. “Él les dijo: a vosotros se os ha comunicado el misterio del Reino” (Mc 4, 11), utiliza la forma verbal en perfecto: “dijo”, lo que hace referencia a una acción completada en el pasado y de la cuál están disfrutando en el presente. Es decir, algo que aconteció con anterioridad y que, hoy, el texto comunica: “se os ha dado, se os ha entregado”. Por tanto, hay un grupo que está en posesión recibiendo gratuitamente el misterio.
Marcos dice: “a vosotros se os ha comunicado conocer el misterio…” (Mc 4, 11), no dice cómo hacer, dice el misterio del Reino. Misterio debe su cualidad, por un lado, a que es un don y, por otro, a que tiene algo oculto y eso suscita en ellos la actitud de preguntar.
Este grupo que está en torno a Jesús goza de una gran intimidad, de una proximidad espacial, están a solas con Él. En contraste están los de fuera. Estamos en un “terreno” de parábolas y éstas tienen mucho de misterio, “ya pero todavía no” o dicho de otra forma, “ya saben algo, pero no lo saben todo”, poseen algo de ese Reino pero como Reino que es, no está del todo desvelado. Esto es lo que provoca en los discípulos la pregunta, el interrogante. Estamos ante una imagen de relación con Jesús que tiene mucho de proximidad, de cercanía y circularidad… y, a la vez, esa posesión provoca ganas de saber más, de una búsqueda que se traduce en preguntas.
Nuestra vida, como religiosos, tiene mucho de esto: estamos en círculo. No somos anacoretas, somos gente que vive en circularidad y la cohesión del grupo depende, en gran parte, de que el centro vincule a los que están en torno.
Para clarificar esta idea de circularidad, el evangelio de Juan, que vemos en Pascua, dice: “estaban los discípulos encerrados, con las puertas cerradas por miedo a los judíos” (Jn 20, 19), esta descripción de cómo está el grupo sin que Jesús esté en el centro, nace de una conciencia desdichada, están bloqueados por el temor y dice Juan: “al atardecer estando las puertas cerradas llegó Jesús y se puso en medio” ( Jn 20, 19). De nuevo aparece la idea de círculo y Jesús está retomando su lugar y dice: “Paz con vosotros… y se llenaron de alegría al ver al Señor” (Jn 20, 19). La alegría, por tanto, está en proporción directa a que el Señor resucitado esté en el centro y a que el grupo vuelva a tomar conexión. (Seguir leyendo en VR (mayo) 2015) suscripciones@vidareligiosa.es