METACRILATO

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Tengo la sensación hace ya tiempo de que entre la realidad concreta que vivimos en la VC (nuestras reacciones, preocupaciones, conversaciones, programaciones o decisiones…), y lo que tenemos escrito en nuestros documentos, se interpone una impenetrable plancha de metacrilato: durísima, transparente, hermética e insonorizada. Dicho sin metáforas: en nuestras reuniones, capítulos y asambleas, después de reflexionar, rezar, dialogar,  debatir y decidir,  dedicamos un tiempo precioso a escribir las conclusiones y esa redacción final, después de pasar por el estrecho desfiladero de mil correcciones, matices y precisiones,  suele quedarnos preciosa y nos llena de satisfacción. Hasta aquí, todo bien.

El problema llega por el olvido reincidente de nuestra condición de criaturas torpes,  propensas  a confundir  lo deseado con lo vivido  y espabiladísimas a la vez para instalar una astuta e invisible barrera que nos posibilita creer que  esas divinas palabras actuarán ex opere operato  sin alterar ni incordiar nuestro cotidiano vivir. Nos acecha el síndrome de la tolerantia quiescente, un virus maléfico que nos permite convivir tranquilamente con las incoherencias sin sentirnos mal con ellas, sin pasar vergüenza, sin que se nos revuelvan las tripas cuando, en una ráfaga de lucidez, captamos que la distancia que separaba a Epulón y Lázaro, no es nada comparada con la que media entre nuestras divinas palabras y nuestra vida real. Concluyendo: que como no perforemos la plancha de metacrilato para poner en comunicación las dos esferas, nos convertimos en autoengañados asintomáticos.

¿Qué tal si nos sometemos a una PCR, aunque nos resulte más molesta que la del dichoso bastoncillo entrando por la nariz?  Para dar ejemplo lo intento yo misma releyendo las conclusiones del último Capítulo de mi congregación en 2016: “Somos conscientes de vivir un momento histórico de cambios e incertidumbres y el Espíritu nos sigue transformando”. Las capitulares que redactaron esta frase, pobrecillas, no tenían ni idea de lo que se avecinaba pero, aplicando la frase a hoy, me temo que supone que nos traguemos la incertidumbre, que dejemos de quejarnos por no poder hacer planes y creernos un poco más lo de la transformación del Espíritu.   “Desplegar la vida…Salir hacia las nuevas periferias geográficas y existenciales…” Pues habrá que adaptar la frasecita al “formato repliegue”: quizá tengamos que salir con la lupa de Sherlock Holmes para detectar otras periferias que se esconden en nuestro  entorno más próximo…. “Para la misión en el futuro que brota…”.  Acecha el peligro de que la misión se nos encoja y los únicos brotes que veamos sean los del virus, así que tendremos que “pegar la lengua al paladar”, dejar de murmurar sobre los desvaríos de los políticos y desplazar el interés a lo que está viviendo mucha gente en el Líbano o en Sudán del Sur por ejemplo.

El PCR no es el único método y los aficionados al bricolage pueden encontrar en youtube un magnífico tutorial: https://taladros.online/blog/como-taladrar-metacrilato/