Del 31 de diciembre de 2023: «Los supervivientes del cayuco hallado a la deriva al sur de El Hierro arrojaron al mar a entre 30 y 40 compañeros fallecidos durante la travesía. Dos helicópteros de Salvamento Marítimo pudieron rescatar a los 15 supervivientes y recoger tres cadáveres que quedaban en el interior de la precaria embarcación.»
Del 2 de enero que acabamos de vivir: «Marruecos emprende redadas masivas contra migrantes cerca de Ceuta y Melilla: 1.100 detenidos y cuatro jóvenes muertos.» Las autoridades de Rabat han informado de varios operativos del Ejército incluso contra ciudadanos marroquíes que querían cruzar a España. Las muertes se produjeron en Beni Enzar, junto a Melilla, según AMDH Nador.»
Del profeta Isaías: « ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanecerá sobre ti!… Caminarán los pueblos a tu luz… Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.»
Del libro de los salmos: “Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que en sus días florezca la justicia, y la paz hasta que falte la luna… Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres”.
Se acerca el día de la Epifanía del Señor: ¿A quién preguntaré por la verdad de la profecía? ¿A quién por la verdad de la oración? ¿A dónde van, a dónde caminan los detenidos en Marruecos, los fallecidos del cayuco a la deriva? ¿Qué justicia puede haber, qué libertad, para los muertos en la frontera, para los arrojados al mar después de una muerte atroz en la soledad de un cayuco? ¿Dónde está la piedad con el pobre, dónde la salvación del indigente?
Ésas son preguntas que sólo puedo hacerme a mí mismo, pues soy yo el que dice haber creído, soy yo el que presume de haber escuchado la palabra del Señor, soy yo el que asumí la responsabilidad de cumplirla, es dentro de mí donde se han escrito las palabras de la profecía para que yo las convierta en hechos de salvación, es en mi vida donde la profecía está llamada a hacerse evangelio para los pobres.
La filosofía ha declarado la muerte de Dios.
La tecnología ha evidenciado la inutilidad de Dios.
Y más allá de nuestras filosofías y nuestras tecnologías, Dios nos mira asombrado pues quienes realmente son tratados como inútiles y reducidos a muertos son millones y millones de empobrecidos de la tierra.
Entonces vuelvo a preguntarme por mi fe, no sea que me engañe a mí mismo y piense que estoy honrando a Dios mientras lo estoy aburriendo, olvidando, despreciando, marginando, atormentando, crucificando.
Una fe sin compromiso con los pobres hace mentiroso a Dios.
Una fe sin amor a los hermanos, es una idolatría.
La estrella que guió a los Magos de Oriente hasta la casa donde vieron al niño con María, su madre, hoy nos guía a nosotros para que acudamos a Jesús en los necesitados de misericordia.
Entonces veremos que también los pobres caminan a la luz del Señor, también para ellos florece la justicia.
Y ciérrale la boca a los sabios y entendidos que dicen que los Magos de Oriente son una ficción: lo son sólo para quienes no saben de estrellas ni de fe. Para Cristo pobre, nosotros somos Magos de verdad.