A los religiosos y religiosas a veces nos pasa algo similar a lo de esta mujer. Queremos estar tan “al pie del cañón” que nos cuesta la vida ir asumiendo el momento vital que se nos regala vivir. No sé si es la idolatría de la efectividad o las resistencias que todos y todas tenemos a ir muriendo a nuestras capacidades, pero no es extraño encontrarnos a hermanos/as que se aferran con uñas y dientes a lo que ya no les corresponde vivir. Lo sabio se esconde en aprender a vivir con amor lo propio de cada edad y no ayudamos a ello cuando aplaudimos ciertas actitudes. ¿O es que será verdad que “los viejos roqueros nunca mueren”… aunque den un poco de vergüenza ajena?