En esta sociedad occidental del derroche nos choca la actitud de la viuda del evangelio.
Todos dan de lo que les sobra, pero ella da de lo que necesita, más bien todo lo que necesita para vivir. No es un acto de suicidio sino de confianza.
Confianza en un Padre que cuida de los suyos porque como ella es todo generosidad, darse sin medida, entregarse.
La viuda ya era pobre (además de estar indefensa en aquella época por ser viuda). Dando lo poco que tiene se enriquece, va más allá de sí misma para encontrarse en la indigencia con con el Indigente que nos hace ricos en la sencillez.
En esta sociedad de las sobras, del derroche, nos vendrían bien muchas viudas que nos enseñen el difícil arte de vivir sin aspirar a lo primero (puestos, estatus, ombligueo). Más viudas que nos señalen el sendero de dar, más que el camino de ganar.