La pieza de plata igualitaria

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Esta es una parábola que nos muestra las entrañas del Dios de Jesús. La generosidad sin límites que va mucho más allá de nuestros cálculos interesados.
El amo de la viña que paga lo mismo al vespertino que al mañanero. Aquel que sale a las plazas a buscar a los que nadie les ofrece trabajo.
Aquel que según nosotros «regala» la pieza de plata a los que sólo trabajaron una miseria de tiempo. Aquel que no mide, que no tiene en cuenta los méritos (por lo menos como nosotros los entendemos), que desborda en generosidad o en injusticia según los bien pensantes o los que luchan la salvación y no la esperan como regalo.
Escándalo máximo de los de la primera hora que trabajaron y bien, que cumplieron como el hijo mayor de la otra parábola.
El Dios de las causas perdidas, de los olvidados, de los que no cuentan para un trabajo en una viña.
El de la pieza de plata para todos, pero desde el regalar lo máximo, no los mínimos para todos igual de otras ideologías.
El Dios que se extraña con nuestras meritocracias, con nuestros esfuerzos por ganar lo que se regala, por nuestras envidias.
Y la frase también va para nosotros: «Acaso me vas a tener envidia porque yo soy bueno?» Y tristemente quizás tengamos que responder avergonzados que sí.

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