La gracia de la formación permanente: El aliento de la vida

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Hay quien dice que hoy el único problema de la vida consagrada (VC), es la formación permanente (FP). La vida de cada día nos dice, por el contrario, que estos problemas son muchos: desde el envejecimiento hasta la mengua numérica, de las transgresiones de algunos a la mediocridad de demasiados. En realidad, no es incorrecto decir que el único problema es el de la formación continua, pero solo si se interpreta correctamente.

Es lo que quisiéramos hacer con las contribuciones que figurarán cada mes en esta revista.

Comenzamos ahora preguntándonos qué es la FP, porque, a pesar de lo que dice la mayoría, se tiene la impresión de que no se haya comprendido el verdadero significado. A menudo, de hecho, se entiende por FP los cursos de actualización pastoral o espiritual o cultural que, en la práctica, cada instituto está organizando, con mayor o menor participación y no gran entusiasmo, normalmente, por parte de sus miembros. Estos cursos duran un fin de semana, habitualmente. Pero lo que dura sólo 3 días y ocurre de vez en cuando, ¿cómo se puede denominar “permanente”? Y luego, a lo más, es sólo actualización.

 

O aún, en muchos institutos se dan programas de FP, muy respetables, para los jóvenes consagrados que han terminado la formación inicial, para acompañarlos en su integración en el apostolado, dado que la formación inicial ya no es suficiente. Justo, pero no es justo que la FP sea sólo para los jóvenes, debe ser para todos, incluso para adultos y ancianos; y ésta, si acaso, es formación prolongada no permanente. Ciertamente, es habitual que, después de 4 ó 5 años desde la profesión o desde la ordenación, todo se acabe.

Cada instituto, no obstante, ha encargado, laudablemente, una comisión para programar la FP, aunque ésta resulte en que no haya una gran competencia formando parte de la misma. Cosa buena, ya que así se programa de manera selectiva algo que sea útil para todos, pero, al mismo tiempo, ambigua, porque la formación es verdaderamente permanente cuando es el particular quien se hace cargo, para, de esta manera, llevarla adelante en todo momento y edad de la vida, en los días laborables y festivos, en todos los ambientes y en cualquier comunidad, verdaderamente de modo continuo. La FP no es solo un hecho institucional, sino principalmente personal. Habla de la voluntad constante de quien descubre la belleza de la vida, también de la VC, en el (re)comenzar cada instante. De hecho “es bello vivir, porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante” (C. Pavese).