LA COMUNICACIÓN DE LA IGLESIA

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(Xiskya Valladares). El papa Francisco pone a un laico al frente de la comunicación de la Iglesia. Por primera vez en la historia es un seglar quien preside un dicasterio vaticano. Se trata del periodista Paolo Ruffini (Palermo, 1956), nuevo prefecto del Dicasterio para la Comunicación, desde el 5 de junio.

No olvidemos que los portavoces del papa también son laicos: Gregory Burke y Paloma García Ovejero. ¿Qué pensaríamos si nuestro instituto religioso hiciera algo similar? Con este gesto el Papa demuestra necesidad de profesionalidad en la comunicación de la Iglesia y necesidad de conexión con la realidad que pueden aportarle los laicos.

En este sentido está siendo todo un ejemplo también para la vida religiosa. Ya no vale comunicar con el estilo y los canales de siempre, ni dejarlo en manos de aficionados voluntarios, igual que no les dejamos nuestras finanzas. La comunicación es uno de los temas más serios de cualquier empresa o institución de hoy. Con el modo de comunicar nos jugamos la continuidad, la credibilidad, y la simpatía o antipatía de las masas. Muchas instituciones católicas ya lo están viendo. Hace poco participé en las Jornadas de Misionología de Burgos, organizadas por Obras Misioneras Pontificias, y el tema era precisamente ese: «Misión y Redes», cómo comunicar la misión hoy.

Muchas veces, teniendo el mejor de los contenidos, no conseguimos que sea atractivo porque no tenemos en cuenta los cambios profundos ocurridos en las personas con la aparición de lo digital. ¿Cómo vamos a conectar si hablamos en analógico a mentes digitales? El pensamiento digital es más rápido, paralelo, más breve, interactivo, colectivo, multimedia, icónico. Supone cambios cerebrales. Por eso, anunciar hoy el Evangelio es comunicar su mensaje a personas con esas características. No podemos obviarlas de nuestras catequesis, homilías, clases, posts, etc. Y esto no es rebajar el contenido.

Si el papa ha colocado a un laico al frente del dicasterio, quizás también nuestras instituciones necesiten hacer lo mismo. Y si no, nos toca formarnos porque el nuevo paradigma de la comunicación requiere profesionales.