¿Un kilo o “el kilo”?

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Hace unos días fui a conocer a Miguel, acaba de nacer hacía horas, había pesado unos tres kilos y estaba precioso. Ahora ante la Navidad que se acerca se me ocurre pensar cuánto pesaría Jesús al nacer y me imagino que también rondaría los tres kilos. E irónicamente pienso que Dios echó sus “tres kilos” a favor de la humanidad. Os explico a qué viene este pensamiento poco decoroso.
En estos tiempos cercanos a la Navidad recibo un correo de un vicerrectorado universitario y sentí pena. El cometido, creo que hecho con sinceridad y buena intención del mismo, era dirigirse al colectivo del profesorado para pedir que participáramos en la campaña del kilo para los comedores sociales de la ciudad. Hoy veo un cartel que tiene que ver con esas campañas, en este caso en mi facultad de Educación. Me duele que un vicerrectorado y una facultad de Educación, en sus planes de solidaridad y desarrollo de las competencias éticas de sus profesores y alumnos, el instrumento sea una campaña del kilo así sin más, o que se lance una campaña de este modo como puede hacer en un supermercado cualquiera.

Yo pienso que la universidad no debe fomentar dar un kilo, sino plantearse con todos los que quieran de sus miembros “echar el kilo” frente a la pobreza –en Extremadura y en el mundo- y sus consecuencias y hacerlo con sus herramientas fundamentales como son la investigación y la docencia. Ahora acaba de salir a la luz el informe Foessa, donde hay por primera vez un apartado específico sobre la pobreza en Extremadura, ahí han participado profesores de nuestra facultad de Económicas, sería bueno darlo a conocer a todos los profesores y a todos los alumnos, un nivel de concienciación propio de universitarios. En la facultad de educación no estaría nada mal un congreso – y una línea de investigación- para profesores y alumnos sobre el fracaso escolar en Extremadura y el papel de la escuela y de los futuros maestros ante dicho problema…. sé que es fácil decirlo y difícil hacerlo… no tengo reparos en traer un kilo, o varios.. pero no a la facultad… no a la universidad.. aquí quiero traer y compartir lo que nos es propio: investigación, docencia, desarrollo de las competencias éticas de un modo transversal, porque otra sociedad es posible, no hay ninguna razón para que en este mundo rico, que vivimos, tener que pedir kilos y en esta comunidad universitaria deberíamos saberlo y hacer algo más. Además si queremos hacer algo específico de ayuda simbólica hagamos lo que en otras universidades, un fondo con el uno por ciento de nuestros sueldos todos aquellos que queramos.

Todavía me duele más cuando se hace desde la pastoral universitaria en el campus -tanto de las eclesiásticas como de las públicas-, como si los jóvenes cristianos y los profesores no estuvieran llamados a otro modo de hacer universidad frente a la pobreza y la injusticia. Más todavía cuando se hace en tiempo de Navidad, confundiendo el compromiso de la encarnación con este sentimiento pasajero y superficial, al que de ninguna manera hemos de juzgar en intenciones, pero la realidad es la que es. Un kilo en la universidad, frente a la pobreza, como gesto aislado, y sin ninguna concienciación ni reflexión de nivel propio al campus que se ocupa, no da dignidad ni a la universidad, ni a la sociedad, ni mucho menos a los pobres para los que se piden los kilos. Hemos de pararnos y proyectar lo que realmente nos compete como universitarios encarnados en medio del mundo y del campus, para buscar caminos de evangelio y de buena noticia que nos enseñen a discernir la auténtica señal de Dios: “Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre•, un Dios que no da kilos, sino que da “el kilo” –alrededor de tres como Miguel-, todo su ser para la salvación de la humanidad.
Me he desahogado…Perdón.