Ilusión

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Con la fiesta de los Reyes Magos se pone punto y final (comúnmente) al tiempo de Navidad. Se nos escapa entre los dedos un tiempo maravilloso, el tiempo del nacimiento de Dios en un pesebre, el tiempo de la cercanía absoluta, tanta, que es uno de nosotros para siempre.

Y terminamos con este día en el que la palabra clave es ilusión o magia. Una ilusión de niños y de no tan niños. Una noche y un día mágicos y reales que nos saca de las planicies de la vida y nos lleva de la mano hacia ese no-lugar (utopía) por el que quisiésemos transitar todos los minutos de nuestra existencia. Y esto tiene mucho que ver con Dios porque él también es ilusión ilusionante. Porque sigue empeñado en creer en cada uno de nosotros, en regalarnos todas la posibilidades para creer y esperanzarnos. Porque está metido hasta el vértigo en nuestra carne, porque en lugar de ajeno es profundamente próximo. Porque nos sigue regalando los abrazos sin pedir nada a cambio. Porque transita por la superficie y no en lo escondido. Porque es incapaz de decir un «no» al ser humano, ya que dijo un «sí» enorme y débil en Belén, de una vez para siempre.

Feliz día de Reyes Magos, feliz día de la ilusión y de la magia.

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