No sé por qué, pero intuyo que los responsables del ayuntamiento de Madrid no han tenido en mente lo acertado que es el lema con el que este año animan a participar en las actividades navideñas que organiza el municipio. La ciudad está llena de carteles que animan a hacerse pequeño.
La frase tiene mucha más enjundia de lo que parece pues, donde se podría pretender solo apuntar a ese espíritu navideño “por lo civil” que evoca a la infancia y que resulta aséptico, políticamente correcto y válido para todo tipo de creencias religiosas, se está tocando, en realidad, el meollo de cuanto celebramos: un Dios hecho pequeño, niño, accesible, vulnerable, indigente, frágil… ¡todo debilidad del que es Todopoderoso!
Acoger la precariedad de este Dios empeñado en salirnos al encuentro pasa por hacer realidad el lema del ayuntamiento de Madrid: hacerse pequeño, abandonar las seguridades, abajarse de cuanto nos hace sentirnos “por encima” y dejar a un lado todas las distancias para acercarse al Cercano que se nos acerca en el rostro de los otros.