GUANTE DE SEDA

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DE LA MANO CON LOS POBRES

La batalla por la justicia para los empobrecidos de la tierra no se libra en las estructuras del poder sino en la conciencia individual, en el corazón de cada hombre.
Hay un mundo que cambiar: “Hambre: 5.000 millones de personas. Desempleo: 1.600 millones de personas. Esclavitud infantil: 400 millones de niños. Abortos: 100 millones al año” (Autogestión, Revista Solidaria con los Empobrecidos de la Tierra, nº 86).
Cuando hablamos de hambre, desempleo, esclavitud, aborto, no hablamos de desgracias sobrevenidas, sino de penas infligidas por hombres a hombres, penas tan desmedidas y ajenas a la dignidad de la condición humana, que nunca un tribunal justo hubiese podido imponerlas a criminales convictos y confesos. Y, sin embargo, a millones de inocentes se las impone la arrogancia, la ambición, el endiosamiento, un tribunal sin entrañas en el que dictan sentencia el tener, el placer y el poder. (Seguir leyendo en el blog)