Fiesta

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Caná de Galilea es el lugar, según San Juan, que recibe el primer signo de Jesús. El evangelista sustituye la palabra milagro por esa de signo: manifestación de la divinidad del Hijo de Dios.

Y sorprende que sea en un contexto de fiesta, una boda, y con algo tan poco transcendente como el vino. Es cierto que para los novios y sus familias era algo de suma importancia: si faltaba el vino la celebración se arruinaría y comenzaría muy mal esta nueva familia.

Pero el Dios de Jesús es de esa clase de los que está a gusto en el cotidiano humano, en lo diminuto de la existencia. En un signo mínimo de agua que se convierte en buen vino por falta de previsión o por falta de medios económicos, no lo sabemos.

Y María también está presente en el primer signo como el detonante. Ella es la que se da cuenta y le «roba» el signo a su hijo, como aquella hemorroísa que le «roba» la curación a Jesús tocándole el manto entre la multitud. María también de las cosas pequeñas intensamente importantes, de la fiesta que ha de seguir celebrando la nueva unión. Ella le insiste al hijo sabiendo que no lo debe hacer y recibe la frase dura: «A ti qué mujer?, aún no ha llegado mi hora». Aún así, y a espaldas de Jesús, consigue el agua que ha de ser vino en las tinajas de las purificaciones. Purificación sustituida por la nueva realidad del fruto de la vid que será signo de la nueva alianza, de sangre regalada de amor entregado hasta el extremo.

Y todo ello, que no es poco, en una fiesta donde Dios está muy a gusto. Aparentemente no pareciera sitio para Dios por la superficialidad y el momento del hecho (recordad que el evangelio también lo dice: cuando ya están borrachos se sirve el vino malo), pero allí está Él manifestando su gloria en unas tinajas repletas de vino bueno para que se pueda seguir haciendo fiesta.

1 COMENTARIO

  1. Lo cotidiana de la Vida me hace Bien la Familia de Nazareth sin lujos ni pompas. La estructura que no se abre a la docilidad del Espiritu Santo ,y deja ser al Bautizado en El Amor de Dios libre.
    Eso me hace pensar en los niveles de opresión que estructuras eclesiales, opacas sin la Luz de Jesucristo Redentor del hombre- realiza a cada paso.Del hombre Total.
    Juan Pablo II la encíclica Dominum et Vivificanten ( disculpe si escribí con errores de ortografía el nombre).
    El Espíritu Santo es dinámimismo.!
    Dios lo Bendiga.
    Alicia

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