En el contexto de resurrección del Buen Pastor es curioso leer una frase de Jesús poco conocida: «Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para recuperarla».
Un resumen hermoso de la existencia de Jesús y de la nuestra. Amor que se teje entre entregas y recuperaciones. Perder para ganar. Despilfarrar para recuperar gratuitamente.
Creo que no hay mejor definición del amor. Un vaciarse pausado para poder ser más plenamente en una nueva forma coral. No es que el yo se diluya, se resitúa perdiendo trocitos. Pequeños desgarros (a veces son enormes) que van cicatrizando en más pérdidas colmadas.
Amor que engendra amor hasta vaciarse. Pero que, al mismo tiempo, se hace profundidad y sabor a tierra recién amanecida, a domingo de primavera, a ropa de cama recién cambiada… No es fácil de explicar ni de vivir. Pero cuando se intuye mínimamente hace que todo cobre sentido. Un sentido de pérdida recuperada con tintes de ciento por uno.
Este es el Buen Pastor.