En la antesala

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Es la puerta al tiempo más hermoso que nos es regalado. No hay que hacer nada, simplemente disfrutarlo. Sé que lo difícil es justamente eso: no hacer nada.
Que todo ha de estar poblado de nuestras expectativas y deseos.
Que como Pedro preferiríamos decirle a Jesús que eso no puede ser, que no se deje asesinar, que hay mil posibilidades.
Que la caña cascada la rompemos porque es mejor así, porque me da pena; igual que el soplido aniquilador de la vela que tiene ese llama a punto de apagarse… Voy a Ikea y me compro una mucho más hermosa y tirada de precio.
Que cómo no voy a volver el rostro ante ese varón de dolores, cuando el dolor es el sinsentido máximo y no me gusta ver la fealdad de la violencia que , además, no es mía, yo no hice nada…
Que el silencio me agobia y cómo no se va a defender ante Pilato o ante el Sanedrín, que lo fácil hubiera sido claudicar en el último momento: No, yo no soy Dios- no había que decir nada más.
Que la Cruz es una tontería, una forma ridícula de debilidad absoluta… Si era Dios por qué no hizo algo para evitar todo eso.
Que cómo va a morir el que debería ser la Vida, cómo va a morir el de los milagros, el de las resurrecciones, el de las palabras hermosas, el que es inmortal… No puede morir, no puede
Que cómo puede descender a los infiernos, a ese lugar donde la soledad es la única compañera, dónde los muertos eran olvidados en una segunda muerte de la memoria, en el lugar donde no quiso habitar el amor… Por qué la luz tiene que envolverse de tinieblas…
Qué cómo va a ser su morada la frialdad de la piedra, el hueco inerte de lo que nunca más va a volver a ser, el musgo que fagocita lo que antes era casa de alegría y de denuncia, de extremos que no podían ser acogidos por nuestras mediocridades…
No puede ser, no puede ser así la historia de amor de Dios con la humanidad, algo fue mal, algo hay que cambiar, algo tengo que cambiar…
Y el Padre se sonríe y dice susurrando que NO TENEMOS QUE HACER NADA, SOLO DISFRUTAR…