sábado, 27 abril, 2024

EL SUEÑO DE NABUCODONOSOR

La confianza se desvaneció. Y la confianza es lo que cohesiona a una sociedad, al mercado y a las instituciones. Sin confianza, nada funciona. Sin confianza, el contrato social se disuelve y la sociedad desaparece, transformándose en individuos a la defensiva que luchan por sobrevivir.

(Manuel Castells ,Redes de indignación y esperanza).

(Juan M. González-Anleo). Desde los comienzos de la sociología, las instituciones han sido unas de sus mayores protagonistas, ocupando un lugar destacado en la obra de los grandes pensadores sociales. Como estructura social y mecanismo con el que la sociedad organiza, dirige y desarrolla las actividades que se requieren para satisfacer las necesidades humanas, la confianza que la población deposite en ellas será esencial para una óptima “vertebración” democrática de la sociedad, especialmente la de los jóvenes, sus futuros ciudadanos.

En este sentido, la ausencia de confianza de los jóvenes en todas ellas puede ser interpretado como un claro síntoma del desplome y decadencia del sistema social, en general y, más en concreto, del sistema democrático. Si nos fijamos en los datos del último Informe de la Fundación SM, Jóvenes Españoles 20171, lo primero que llama la atención es que ni una sola de las 16 instituciones propuestas a los jóvenes para su valoración consigue inspirar un alto nivel de confianza ni siquiera a una cuarta parte de ellos. Ni siquiera las Organizaciones de Voluntariado que, con un 23% de “mucha confianza”, se colocan a la cabeza de la lista. Al pasar a la siguiente, “la policía”, el porcentaje se desploma ya por debajo del 20%. Dicho de otra forma, de dieciséis instituciones, solamente una consigue llegar a generar “mucha confianza” en uno de cada cinco jóvenes, quedando todas las demás bastante por debajo.

¿Y la Iglesia Católica?  El Informe, que recoge los resultados de los 6 informes anteriores, desde 1984, no deja margen de duda, situando la confianza juvenil ya desde aquel año, en los últimos puestos y, ya desde 1994, en el último, por detrás incluso de las Grandes Empresas y Multinacionales. Más allá de los datos generales, lo más interesante aquí es el análisis por identificación religiosa que muestra una clara concentración de la confianza en los católicos practicantes, descendiendo ya a partir de los “católicos no muy practicantes” por debajo la barrera simbólica del 50%, con un 53% de ellos que confían poco (37%) o nada (16%). Al pasar de estos últimos a los “católicos no practicantes”, el salto es abismal, ascendiendo ya a un 76% los que o afirman tener poca o ninguna confianza. Un dato que no puede pasarse por alto: incluso dentro de los católicos practicantes. ¡Uno de cada 4 afirman no confiar en la Iglesia y ni siquiera uno de cada tres afirman tener “mucha confianza” en Ella!

¿Qué ha hecho que los jóvenes hayan dejado, ya desde hace tiempo, en confiar en las instituciones y, concretamente, en la Iglesia Católica? Las propuestas explicativas han sido variadas. Resumo aquí las más significativas que, invariablemente, tocan de lleno la relación del joven actual con la Iglesia:

  • En primer lugar, el núcleo duro de valores representados por la institución y su grado de afinidad con los valores de los propios jóvenes entre los que ocupan un lugar destacado tanto su hedonismo como su gran aprecio, casi obsesión, por la libertad, tanto en la dimensión afectiva como sexual.
  • Íntimamente relacionado con lo anterior, su grado de “intromisión” en la vida del joven, en general y especialmente en sus cotos vedados, su cuerpo, su sexualidad, sus opciones de vida, de pareja, de consumo, etc. campos, es oportuno subrayar, en los que la institución por excelencia, la familia, hace décadas que, para bien o para mal, dejó de entrometerse.
  • Su cercanía o el conocimiento directo o indirecto que el joven tiene de ellas, su proximidad física, como es el caso del Sistema de Enseñanza, pero también de la Policía, no así de la Iglesia, por lo menos la Iglesia de base, cada vez más relegada a zonas inhabitadas por los jóvenes e invisibilizada. A esto hay que añadir, lógicamente, la distorsión producida por los medios de comunicación de aquellas instituciones que los jóvenes no conocen directamente, siendo estos a veces su única fuente de conocimiento de las mismas.
  • Su estructura organizativa, de más a menos jerarquizada, en parte una materialización organizativa de los anteriores valores pero, más allá, un tipo de organización interna que repercute en su bienestar dentro de y con la organización, valorando en mayor medida las organizaciones planas y cálidas que las piramidales, como es el caso de la Iglesia.
  • Una última cuestión, pero que es tan importante o más incluso que las anteriores, es la utilidad percibida de estas instituciones para la sociedad y para el propio joven. La terrible situación de paro y de precariedad laboral en la que han sumido estos últimos años a la juventud española, así como en general la sistemática frustración de sus aspiraciones de emancipación, sumada al tsunami de políticas neoliberales que están siendo impulsadas en nuestro país, ya desde mucho antes de que estallara la crisis, están terminando de romper lo poco que quedaba del consenso social básico establecido entre la sociedad y la juventud ¿Qué institución ha salido en defensa de los jóvenes ante una situación tan grave? ¿Cuál se ha “partido la cara” para defenderlos frente a los embates de las políticas neoliberales de recortes de derechos laborales o de prestaciones sociales básicas? La Iglesia, hay que reconocerlo, desde luego que no.

Hace tiempo ya que las instituciones en España pueden compararse con las estatuas del sueño de Nabucodonosor, representaciones de una democracia que pensábamos bien asentada y que aún se exhibe con grandes y lujosas sedes, pero con los pies, es decir, la confianza depositada en ellas por los jóvenes, sus futuros ciudadanos, de barro. Si esta apreciación puede aplicarse a prácticamente todas las instituciones sociales, por partida doble puede hacerse para Iglesia que, recordemos (no conviene perderlo nunca de vista), hace ya más de 20 años que se sitúa en la última posición en confianza juvenil.

 

1  (Puede descargarse gratuitamente en Observatorio Juventud en Iberoamérica de  SM).

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