“El Señor vendrá a salvar a su pueblo”

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A la Iglesia de Dios que peregrina en Tánger: Paz y bien.

Queridos:

Desde hace años, desde hace una vida para muchos de vosotros, sois evidencia de que “el Señor ha salido de su santuario y ha venido a visitar a su pueblo”.

Suyas han sido vuestras manos, con las que él continúa realizando su obra; suya es vuestra compasión, por la que él continúa vendando heridas y resucitando esperanzas; suyo es vuestro corazón, en el que él continúa amando; suyos sois cada uno de vosotros en quienes él continúa saliendo al encuentro de los pobres y les lleva la buena noticia.

Para los pobres, vosotros sois evidencia de que el Señor está cerca, de que su luz ha brillado en la noche, de que es Navidad.

Pero sois también testigos de vuestra pobreza: Sabéis que, en esta vida, el adviento no termina: sabéis que lo verdadero y la plenitud son futuros, y que nuestro Dios es siempre “un Dios escondido”, es siempre aquel a quien ansiamos de noche y por quien madrugamos más que la aurora.

Es así para nosotros. Es así para todos los pobres.

Por eso, Iglesia amada del Señor, te son familiares las palabras del Salmista: “¿No vas a devolvernos la vida para que tu pueblo se alegre contigo? Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”. ¡Paradojas de la fe que profesáis!: Vosotros, que hacéis evidente la Navidad, esperáis todavía que se cumpla, que os envuelva su alegría, que os visiten en ella la misericordia de Dios y su salvación.

Nombres para nuestros sueños:

Por creyentes y por pobres, somos emigrantes que se han echado a los caminos de la fe con un hatillo de sueños: Los ciegos, en busca de la luz. Los que la ley ha declarado impuros, en busca de la gracia que los purifique. Los enfermos, en busca de la salud; y los cautivos, hacia un mundo de cadenas rotas y pasos en libertad.

Los hambrientos mendigan el evangelio de un pan; para el sediento, el evangelio es el agua; para el desnudo, un vestido con que protegerse; para el que llora, una mano que ofrezca confianza…

Nosotros soñamos a la medida de nuestras necesidades o de nuestros deseos. Dios hace promesas a la medida de su amor. Escucha lo que ese amor ha soñado para todos:

“Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón.

La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra; la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan.”

“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna”.

La luz, la gracia, la salud y la libertad que pedías, el pan, el agua, el vestido y el consuelo que necesitabas, todo te lo ha dado el amor de Dios.

En el salmo, ese don se llama salvación y gloria, misericordia y fidelidad, justicia y paz.  El profeta lo llamará “Dios-con-nosotros”. Y el ángel del evangelio lo llamó “Jesús”.

¡Dios nos lo ha dado todo en Jesús!

Jesús es el nombre de todo lo que soñamos.

¡Feliz Navidad!:

No temas, pequeño rebaño; no temas, Iglesia enviada por el Espíritu del Señor para llevar a los pobres la bueno noticia: Tu Dios viene a ti, pequeño él también como un niño, vulnerable él también como un recién nacido.

Que la fe lo levante hasta tu mejilla y lo acerque a tu corazón. Que el amor haga subir desde tu corazón el cielo un canto de alabanza por la justicia que ese niño es para ti, por la paz que con él ha nacido para ti, por la salvación que en él te ha alcanzado, por la gloria que en su fragilidad has visto resplandecer.

Feliz Navidad, Iglesia de Tánger. Feliz Navidad a los pobres, pues, con el nacimiento de Jesús, llega para ellos el Reinado de Dios. En verdad, “el Señor ha salido de su santuario y ha venido a visitar a su pueblo”.

Tánger, 14 de diciembre de 2016.

Fiesta de San Juan de la Cruz.

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