En estos días he escuchado la noticia de que el 40% de los españoles no había leído ni un libro al año… y esto me llega cuando yo, que empiezo a convertirme en un ratón de biblioteca, vivo en primera persona que estudiar solo te permite ir saboreando el tamaño de nuestra inmensa e inabarcable ignorancia.
Menos mal que en estos días la Palabra se ha encargado de recordarnos que “el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre os lo enseñará todo” (Jn 14,26). Lo mejor es que a mí me da en la nariz que todo eso que nos va a enseñar este compañero silencioso y discreto del Espíritu tiene mucho más que ver con ser sabios, con el “saborear” la vida… que con tener la cabeza llena de datos o un currículum espléndido que, a ser posible, podamos arrojar a la cara de cualquiera que venga a cuestionar cuánto sabemos y lo encantados que estamos de habernos conocido. Una sabiduría que se parece mucho a este cartel que el otro día vi en la puerta de una tienda (¿quién se atreve a decir que Dios no está en nuestra sociedad?). ¡Ven Espíritu y enséñame a vivir así!