DESPEDIDA DE VIGO

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Gracias. Por estos años maravillosos en los que fuimos soñando y construyendo Ejvangelio sencillo para todos los pueblos.

Por aquí pasaron muchas personas y corazones abiertos en la búsqueda del Dios de la Vida, del Dios de nuestros padres: Abraham, Isaac y Jacob.

¡¡Saboreamos lo divino encarnado en tantos instantes!!, haciéndose presente en lo cercano y cotidiano del pan y del vino… Ahí mismo, en la mesa abierta a todos.

Buscamos juntos al Amado que se recuesta entre azucenas y que nos conduce, misericordioso, por tantas cañadas oscuras, y que se hace el encontradizo, gratuitamente, sin pedir nada a cambio: ni méritos, ni pecado, ni comercio fácil egoísta… Sólo gratuidad.

Y vimos con los ojos del alma, que la fe (granito de mostaza), es para todos, para los más pequeñitos y para los que llevan caminando muchos años; para los que ya no querían creer y para los que no tenían la luz de la esperanza en sus pupilas doloridas por ver tanta hermosura perdida en tanta guerra.

Y abrimos las puertas de Honduras y Nicaragua de par en par y llegaron otras culturas y otras pieles y otras maneras de entender a Dios y percibimos que la diversidad es el gran regalo del Espíritu, el don más preciado y frágil de la Iglesia.

Y también vimos nuestro pecado, el gran pecado de omisión que nos sigue desgarrando esa intimidad divina en nuestra carne. Y, ahí, gratis, otra vez, la palabra que recrea y sana: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Y en algunos momentos, de esos de “noche oscura”, nos visitó la hermana muerte, con su frialdad, rompiéndonos las entrañas e intentando, sin éxito, quebrar el amor desproporcionado de la vida con mayúsculas. Y no pudo, porque ya somos primicia del Resucitado, que nos preside en esta parroquia, siempre, eternamente.

Y descubrimos que el único camino de Jesús, el Nazareno, es el de servir y que el poder es pecado gravísimo porque destroza a los más pequeños, a sus preferidos. Y que el mundo al revés (el de las bienaventuranzas y el magníficat, el de la brisa suave) es el único camino que posibilita la felicidad; aquí y después, en el Reino en plenitud.

Y tantas cosas más. Y tantas personas…

Y con la ayuda de nuestro Dios, Dios-con-nosotros, seguiremos soñando, por los siglos de los siglos…

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