Descanso

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1980

El otro día, mientras me acercaban al aeropuerto de Vigo para regresar a Madrid, estuvimos hablando del cambio de rutinas y costumbres que suponen las vacaciones y llevo un par de días dándole vueltas a lo que comentó quien me llevaba. Él me compartía que, paradójicamente, tenía la costumbre de madrugar durante el verano porque su “descanso” pasaba por compartir el desayuno y la conversación con quienes pasaban por un bar cercano a su casa. Y es que con mucha frecuencia descansar tiene un alcance que desborda lo físico y que es “primo hermano” de volcar el corazón.

Posiblemente el descanso que nos reconstruye tiene mucho más que ver con disfrutar de aquello que nos permite esponjar el corazón, recuperar lo importante y volver a lo esencial… que con dejar de hacer lo habitual o dormir un poco más. Se trata de regresar a nuestras “Betanias”, a los lugares en los que seguimos haciendo los aprendizajes básicos de amar y dejarnos amar.

¿Cuáles son nuestros “descansos” en una Vida Religiosa tan contagiada de activismo? ¿Dónde volcamos el corazón? Quizá la cuestión no es tanto dónde sino en Quién descansamos por dentro…