viernes, 26 abril, 2024

DECISIONES PARA TIEMPOS DE INNOVACIÓN

CUANDO JESÚS NOS DICE: REPARA MI IGLESIA QUE TAL COMO LA VES ESTÁ EN RUINAS

[José María Arnaiz. Marianista, director de la revista Testimonio (Chile)]. A Don Hélder Cámara le gustaba repetir: “Mira cómo vives. Quizás sea este el único Evangelio que tu hermano lea”. La vida religiosa es ante todo “vida”. Sin el sustantivo “vida” el adjetivo “religiosa” no tiene sentido. Los religiosos estamos llamados a dar vida, a cantar un “canto nuevo” (Sal 149), a estrenar una existencia marcada por la felicidad, la fecundidad y la fidelidad. Tenemos que ser actores destacados en la configuración de la realidad sociopolítica, económica, cultural y religiosa y en la promoción de instancias de diálogo y constructiva confrontación para caminar hacia una cultura de la transparencia, la transcendencia, el cuidado, la compañía y la fraternidad.

Para mí esta situación no se da cuando la vida consagrada es presentada y asumida como una forma de vida marcada por grandes renuncias; renuncias a las satisfacciones de las fuertes tendencias que hay en nosotros: al tener, poder y gozar. Lo malo es que para algunos solo en eso se resume su seguimiento de Jesús y en torno a ello gira todo. Así, esta opción de vida cristiana se transforma en una forma rígida, dura, y hasta deshumanizadora. Sin embargo, la vida consagrada está llamada y motivada por grandes opciones. Se impone identificar bien esas opciones y relacionarlas con el corazón del Evangelio. Los religiosos que se mueven e identifican con esas grandes opciones cambian de rostro, de actitudes, de estructuras, y de lectura del contexto. Esta es una gran opción de vida. Opción que convierte la pobreza no tanto en vivir en la privación cuanto en sencillez de vida y solidaridad con los pobres; la castidad en gozar y disfrutar con su cuerpo y su alma y en hacer gozar a los demás y no tanto y principalmente en la privación de la vida sexual activa; la obediencia en vivir la libertad y en ser libres para bien amar y no en una sumisión ciega.

Veo que cada vez hay más religiosos que están por este camino y todo ello les brota de haber optado por Jesús. Esto es un signo de vida. No veo, todavía a la vida consagrada, como institución, ofreciendo y pidiendo en esta línea una nueva y original propuesta. Yo mismo estoy haciendo un camino para convertir las renuncias en opciones y para asumir las implicaciones que trae. No es fácil ese cambio y sobre todo en el voto de castidad. Se precisa mucha sabiduría y santidad de Evangelio. La vida consagrada en toda su historia ha dejado muy claro que el núcleo de la santidad cristiana se encuentra en el mucho amar y bien servir. Todo esto nos lleva a concluir que no es que tenga una misión sino que es misión. Esta es una gran opción. “Ser hombre y mujer es una misión y por eso y para eso estamos en esta tierra” (X. Zubiri). Más aún, esa misión profunda es místico profética y ha conseguido en la historia que se desataran movimientos de auténtica refundación. Tenemos un religioso maestro en la refundación: Francisco de Asís. “Francisco, repara mi casa que tal como la ves está en ruinas”. Esto marcó un antes y un después en su vida. Francisco se convierte. Comienza pidiendo grandes opciones; y lo hace partiendo desde Jesús y con una propuesta de vida consagrada, la franciscana, marcada por la cercanía a los pobres y la fraternidad. A muchos religiosos Jesús nos está diciendo: repara tu vida religiosa que tal como la ves está en ruinas y ella reparará la Iglesia.

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