Este fin de semana nos fuimos de convivencia con los de Confirmación y algunos preadolescentes de la Parroquia a Baltar (Ferrol), una casa llena de Espíritu.
Y fue una delicia compartir la fe, la nuestra y la de ellos, unos días, intensamente.
Sé que no son los años 90 con los grandes números que llenaban nuestras parroquias, colegios y, de paso, nuestro ego.
También sé que Dios sigue estando presente y que estos chicos y chicas, quizás, tengan más hambre de Buenas Noticias. Porque las noticias ahora les llegan en forma de «ceros» y «unos» codificados en la red. Y están enredados en la lejana seguridad de Internet, el mundo en el que todo es posible, en el que verdad y mentira no se distinguen muy bien.
Noticias disfrazadas que los llenan provisionalmente, pero que les dejan un sabor agrio en el fondo del paladar. Ellos ansían que Dios ponga de una vez el mundo al revés como en el Magnificat, o en el hijo pródigo, o como en las Bienaventuranzas… Pero sin violencias, que es una ventaja. Ya no tienen dentro ese odio cainita que tanto daño hizo a otras generaciones. Tienen ganas de creer, de creer en alguien auténtico. Y tienen ganas de comunidad, a su manera, no de institución. De personas que les digan que la libertad no es individualismo; que puedes confiar en los demás en el roce de la carne (no en la ausencia del ciberespacio); que la Iglesia no es un lugar de normas y sí de Espíritu; que el manantial del Agua Viva es gratis, absolutamente gratis…
No son muchos, pero sí que nadan contracorriente de los que les dicen que son tontos por estar en un lugar tan desprestigiado como la Iglesia.
Y su gran ventaja es que ya no tienen la losa del pecado obsesivo y que están abiertos a la Buena Noticia real de un Jesús que viene a hacernos felices aquí y ahora, no solo en el después incierto y cómodo del cielo. Intuyen mejor qué es el Reino.
Tenemos que aprender y perder miedos
Amigo Tombi: Sigue con esos comentarios tan «ricos» y tan humanos. Te leemos y te seguimos de cerca, así que ándate con sumo cuidado……
un amigo