(Fernando Millán, VR). Esta vez comienzo con una confesión pública: cuando yo era más joven (más combativo, más progre) solía decirle a mis superiores (para pincharles): “Cuando no hay futuro… ¡a celebrar centenarios!” Era mi forma de protestar por la falta de creatividad, de coraje o de imaginación para afrontar el presente y el futuro. Pero todo tiene su edad. Con los años uno ve las cosas de otro modo, no diverso, pero sí complementario. Además, Dios en su infinita sabiduría, me ha dado una buena penitencia. Aquellos centenarios que criticaba, ahora me toca presidirlos y animar a la gente a que los viva y los celebre. Pues… bendito sea Dios.
En la familia carmelitana estamos viviendo en los últimos años una serie de aniversarios muy importantes: 800 años de la muerte de Alberto, el Patriarca de Jerusalén que nos dio la Regla; 400 años de la muerte del P. Gracián (el gran colaborador de Santa Teresa); los 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Avila, mística escritora y carmelita universal; y, ahora, los 450 años del nacimiento de la gran mística florentina, María Magdalena de Pazzi. También en otras familias religiosas se están celebrando centenarios de gran importancia y muy significativos, como (entre otros muchos) los 200 años del nacimiento de Don Bosco o los 800 años de la fundación de los dominicos.
En diversos foros en medio mundo he debido hablar de estos centenarios y siempre he avisado de cuatro tentaciones que considero se deberían evitar a toda costa. La primera sería la de reducirlos a una especie de “fuegos artificiales” (fastos, eventos, celebraciones). Otra tentación es la de convertirlos en un ejercicio de mera arqueología: buscar piezas de museo en el pasado y meterlas en las vitrinas de nuestras publicaciones o de nuestros anales. Son ambas tentaciones muy frecuentes en las curias y, en principio, responden a una buena intención, pero si nos quedamos en eso, si estas figuras no tocan nuestro presente y nuestros corazones, si no nos interrogan, nos provocan, nos inspiran y nos animan… pues algo estará fallando. Domingo, Teresa, Don Bosco y tantos otros nos invitan a seguir caminando hoy, a abrir caminos con humildad y con coraje, a afrontar estos tiempos nuestros con creatividad, fidelidad y generosidad. No hay quien les reduzca a fuegos artificiales ni a entradas de diccionarios…
De las otras dos tentaciones os hablo el mes que viene.