El informe es estremecedor por las situaciones terribles que se intuyen detrás y me ha hecho imaginar qué sería un “convento seguro”, en la línea de los que hoy están surgiendo: espacios, actividades y relaciones en los que colectivos amenazados puedan “vivir a salvo” (Apego seguro le llaman en el ámbito psicológico, Entorno Seguro en el educativo SJ…).
¿Qué rasgos tendría un “convento seguro” (CS)? Se me ocurren algunos que podrían dar pie a reflexión y diálogo comunitarios:
– En un CS las hermanas han desterrado para siempre el modelo religiosa-eternamente-niña-de-angélica-dulzura-y-dócil-sometimiento porque han descubierto de qué oscuros intereses ha nacido ese esperpento y quiénes se han beneficiado de él.
– En un CS las hermanas han dejado de repetir tópicos tipo “lo propio nuestro es la humildad, la obediencia y la entrega generosa», porque han visto que esos son rasgos del Evangelio para todos, no solo para las mujeres.
– En un CS las hermanas aprenden a relacionarse con los hombres, especialmente con el clero, de una manera cordial y fraterna, sin complejos ni supuestas inferioridades, sin dependencias ni falsas filiaciones, conscientes de las consecuencias que tendría para la evangelización este nuevo modo de tratarse y trabajar al unísono por el Reino.
– En un CS las hermanas sueñan con la utopía de una humanidad de hijos y de hermanos y hermanas que se relacionan, no desde la jerarquía, sino desde la fraternidad.
– En un CS las hermanas que prestan el servicio de autoridad están convencidas de que el sometimiento no es un sucedáneo de la humildad sino su caricatura.
– En un CS las hermanas no se lamentan por estar minusvaloradas en la Iglesia, sino que se preparan, se forman, se deciden a correr riesgos y se apoyan unas a otras.
¿Pensáis que con una comunidad así se hubiera atrevido un abusador? A mí me parece que no…