El evangelio de este domingo nos habla en la clave apocalíptica de los tiempos finales: guerras, traiciones, conflictos, muerte… entremezclados con mensajes de esperanzada confianza: no os asustéis, yo os daré palabras llenas de sabiduría, no se perderá ni un solo cabello de vuestra cabeza… Todo al mismo tiempo entretejido en paradoja.
Esto me hizo pensar en el poema de S. Juan de la Cruz envuelto también por la voz de Rosalía (otra paradoja). En este poema se encierra todo el conflicto maravilloso que vivimos: la ceguera y la luz, el ir a tientas y el oír el murmullo de la Fuente, el ver a Dios y, al mismo tiempo, saber que nos equivocamos.
Felices los que saben vivir en medio de esta incertidumbre bella. Felices los que saben que muchos se quieren hacer pasar por el Mesías y que rascando un poco se ve su piel de lobos. Felices los que, entre el barullo, saben escuchar el murmullo atenuado del agua. Felices los que siguen buscando el tesoro y la perla y la moneda y la oveja, porque ya han vendido todo lo que podía comprar a Dios y a los otros.
Aunque es de noche vemos a tientas.