Pero lo que quizás más inquiete en el relato son las preguntas que se dirigen a los discípulos y que parecen totalmente fuera de lugar: Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?
¿Cómo no tener miedo en medio de una gran tormenta subidos a una pequeña embarcación? ¿Qué tiene que ver la fe con todo ello?
Para Jesús las preguntas son pertinentes porque parte de la confianza. Una confianza para nosotros demasiado extrema. No es que no vayan a pasar cosas malas, sino que las cosas malas no pueden romper el nexo de amor con el Dios de la vida, ni siquiera la muerte.
Por eso es cuestión de fe. Porque hay que hacer el ejercicio de confiar a pesar de que hagamos aguas por todos lados. No nos evita el miedo, nos evita la desesperación.