AMNESIA DE LA MISIÓN

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Laurie Beth Jones -autora best-seller, conferenciante motivacional e inspiradora- relata que “su tío una vez le contó que durante la Segunda Guerra Mundial, si un soldado no identificado aparecía repentinamente en la oscuridad y no era capaz de atestiguar cuál era su misión, automáticamente se le fusilaba sin ser preguntado”. Me pregunto qué pasaría si volviéramos a instaurar esa política hoy en día en la vida cristiana y en cualquiera de sus formas. ¿Cuál es mi misión? Descubriríamos entonces que conocer nuestra misión es cuestión de vida o muerte. ¡Desgraciadamente no la sentimos así!

Si conociéramos cuál es nuestra misión…

No es un despropósito enfrentarnos con esta pregunta: ¿Cuál es mi misión en la vida? ¿Quién soy yo y qué razón de ser subyace a mi existencia? La necesidad de conocer nuestra propia misión obligaría a millones de personas a pensarse muy en serio quiénes son y qué es lo que realmente quieren, desean.

Una nación, una ciudad, una comunidad en las que las personas fuéramos conscientes de nuestra misión,

ahorraría cantidades incalculables de dinero, lágrimas y dolor de corazón.

No se asistiría a las iglesias por mera casualidad o costumbre, sino por convicción;

el voluntariado se dispararía;

los líderes de las iglesias grandes y pequeñas, y de las iglesias domésticas, y de los movimientos y de las comunidades religiosas se verían obligados a cambiar la retórica por la acción real y significativa;

las personas que permanecen en la sombra, llevando una vida infiel, estallarían a la luz del sol de las posibilidades del reino y del poder del Espíritu;

aquellos que nunca han sabido lo que es sentir un compromiso apasionado con una causa serían catapultados desde sus sofás al campo de juego, probando la suciedad, sintiendo el sudor y el aguijón de las lágrimas, y teniendo el viento golpeado… y en el proceso llegarían a estar completamente vivos.

¡Hay un mandato de Misión pendiente! ¿Lo hemos olvidado?

Los líderes de la iglesia actual y de sus comunidades han recibido órdenes de Jesús respecto a la Misión:

Como cuerpo de Jesús que somos, debemos defender la causa que él lideró: ¡la causa del Reino!

Hemos de evitar implacablemente lo que Reggie McNeal -ministro de la Iglesia y experto en liderazgo cristiano- ha descrito como “amnesia de la misión”.

“La claridad y la vitalidad de los santos que Dios ha confiado a tu cuidado dependen de ello”.

Es penoso encontrarse con bautizados-confirmados “sin conciencia de Misión”. El envío de Jesús a todos sus discípulos, a todas sus discípulos, no es por muchos obedecido. El Espíritu de la Misión, enviado, queda atrapado en tantos cristianos que sólo llevan adelante sus proyectos, que están o estamos encerrados en nuestras “rutinas”, caminitos de ida y vuelta sin ninguna trascendencia, en lugar de participar seriamente en la “Iglesia en Salida”.