Perdón desproporcionado para una deuda más que elevada. Y después de ese perdón exigencia desproporcionada para un deudor mínimo, casi anecdótico. Varas de medir desiguales. Distancias infranqueables como el abismo de Lázaro y Epulón. Y aún así esperanza de reconciliación. Perdónanos nuestras deudas…
![](https://vidareligiosa.es/wp-content/uploads/2021/06/image.jpg)