Actitud de salida

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Me da en la nariz que esto de vivir en “actitud de salida de sí” a la que tanto se nos invita últimamente no tiene mucho que ver con los trajines de viajes y movimientos que tengo en la última temporada. Pero, con todo, pasar tanto tiempo entre estaciones de tren y de autobús no deja de ser todo un aprendizaje de cómo nos movemos por la vida.

Los hay “mochileros” y “maleteros”… y el volumen del equipaje te permite intuir si la estancia pretende ser larga o corta, si van con lo necesario o se han equipado con miles de “por si las moscas”. En estos lugares proliferan también con quienes se reencuentran emocionados con una persona querida o con los enamorados que prolongan al máximo una despedida que no desean. Tropiezas con el conductor “borde” que está rápido para indicar qué no se puede hacer… pero también con aquél que, sin saber inglés, alza el tono para intentar explicar a los turistas chinos cómo llegar a la Alhambra. Están quienes se abalanzan a recoger sus equipajes aún a costa de llevarse a alguien por delante… pero también quienes esperan pacientemente poder recuperar su maleta. Te encuentras con personas que, sin conocerte, te cuentan algo de ellos… y quienes apenas musitan un “adiós” para el cuello de su camisa aún después de pasar cinco horas sentados codo con codo.

Quizá esto de pasar tantas horas en medio de transporte no tenga nada que ver con permanecer en actitud de salida de sí… pero, sin duda, se convierte en toda una metáfora de cómo vivir lo cotidiano en clave de Buena Noticia.