¡Qué densa y qué negra; qué oscura!
De nuevo la luna se esconde avergonzada
en algún meandro de una vieja galaxia
esperando que por algún resquicio eterno
debute, al menos, una brizna tímida de luz.
Soñando está la luna, en otras noches de Pascua,
tan abiertas desde antes de medianoche
a una luz inevitable, inconfundible, liberadora…
¡Qué amarga esta noche del alma!
con tantas heridas arrastradas, enconadas, perpetuadas…
con tantos virus virulentos en ejército invisible,
con tantas lágrimas secas ya de tanto viento contaminado…
¿Dónde se parapetan las estrellas nuevas, viejas y moribundas
que no consigo atisbarlas en ningún rinconcito del cielo?
¿Dónde se asilaron las libélulas y los cocuyos del Trópico?
¿Dónde emigraron, dónde se expatriaron las luces mortecinas?
¿Se quedó vacío el Planeta cansado de una esperanza insomne,
manipulada, repetida, ¡esperanza sin espera esperanzada!
Pasión cancerígena de un tiempo detenido y un espacio viciado,
asfixiante, acotado, confinado, cerrado, clausurado, enquistado…
Espacio y tiempo trastocados que obnubilan los recuerdos
y nos empecinan en regresar al más atrás, al ayer y el antes de ayer.
Espera agotada, maltrecha, interminable, cotidiana, hora tras hora.
Paisaje quebrado, deprimido, cielos de tormenta, nieve a destiempo…
Y el alma… ¡siempre el alma!… hinchada de todos los miedos.
Noche negra, también ésta, con la esperanza titubeante y triste,
agobiada y tensa, ansiada y ansiosa, rasgada y lejana… ¡Lejana!
¿Cómo esperar que amanezca esta Noche única de Pascua
si la esperanza está en la UCI esperando la Luz eterna…
para desaparecer para siempre y ser Luz para siempre.
¿Cómo besar a los niños con su cara amordazada y su mirada alucinada?
¿Cómo abrazar al abuelo que ya no está porque se fue solo antes de tiempo?
¿Cómo besar a mi amiga si sus labios se esconden de mi mirada?
¿Cuándo terminará la enferma esperanza para convertirse en Luz solemne,
eterna, deslumbrante, interminable… luz luminosa para todos los huecos del alma?
Luz cálida y envolvente para quienes huyen de la miseria de sus tierras
cercenadas, resecas, vaciadas, esterilizadas, saqueadas…
Esperanza pequeña, tímida, enferma, vacilante, renqueante en todas las gentes,
más allá de las razas, las lenguas, las ideas, las religiones…
¿Hasta dónde forzar la esperanza que nos lleva a creer?
¿Cómo tensar más nuestra fe desdibujada, distraída, epidérmica, debilitada…
para poder creer en la vacilante luz del Cirio de esta noche?
“Eloi, Eloí, lamá sabactaní”
“No tengan miedo, yo he vencido el mundo”
“No tengan miedo, yo soy Dios de vivos y no de muertos”
“No tengan miedo, no habrá otro milagro que la Vida resucitada”
“No tengan miedo, la Noche de este tres inolvidable de Nisán
se hará Luz nueva y renovada al alba”
“Yo soy la Luz del Mundo”
“Yo soy la Vida”
Nos quedan la fe tensionada, la esperanza quebrada, y el amor que siempre salva.
Nos queda esa fe en la fuerza de la Vida, en creer que hoy también, y siempre, “El estará con nosotros hasta el final del mundo”.
También esta Noche de Pascua, sobre todo esta Noche de Pascua, esta oscura y negra noche del alma de este sábado santo inolvidable!