PERDER LA VIDA EN UNA NAVIDAD

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En una página de Facebook he leído una frase escrita con la mejor intención, pero quizás un poco imprecisa: “Es mejor perder una navidad en tu vida, que perder tu vida en una navidad”. Se entiende lo que quiere decir y la buena intención con que lo dice: cuidado con los excesos durante los días de Navidad y fin de año, porque más vale perder una cena o una fiesta que perder la vida. Esto está claro. Corremos el riesgo de que lo mucho o poco que hemos ganado en estos días de toque de queda se estropee en una noche de fiesta.

Pero tal como está formulada la frase expresa, quizás sin quererlo, una falsa idea de la Navidad. Con epidemia o sin ella, sano o enfermo, con trabajo o sin trabajo, solo o en compañía, en cualquier situación el cristiano puede celebrar la Navidad. Porque lo importante es contemplar el misterio de la Palabra eterna que se hace palabra humana para manifestar el amor inconmensurable de Dios hacia cada una de sus criaturas. Y eso no se celebra con una cena, o con unos cantos y, menos aún, con una juerga o con una fiesta descontrolada. Las Navidades se han convertido para muchos en unas vacaciones de invierno. Y está muy bien. Pero eso no es la Navidad cristiana.

Los cristianos no tenemos que perder ni la vida ni la Navidad. Este año la tenemos que celebrar en unas circunstancias sociales y sanitarias distintas y nuevas. Quizás habrá que adelantar la hora de la celebración o suprimir la Misa de medianoche, quizás habrá que celebrarla con más sobriedad y, por supuesto, suprimir los besos al niño Jesús. Eso, siendo importante, no es lo principal. Lo principal es tener un corazón bien dispuesto para contemplar y agradecer el misterio. Lo demás está al servicio de esta contemplación y agradecimiento. Si además podemos celebrar nuestra alegría cristiana (insisto: alegría cristiana) con la familia, compartiendo el pan y la amistad, mejor que mejor. Y si no se puede compartir el pan, siempre se puede compartir la amistad.

Dice la frase que me ha provocado: “es mejor perder una navidad en tu vida”, así con minúscula, porque esa navidad a la que se refiere la frase no es la buena. No te pierdas la Navidad con mayúscula, la buena Navidad, la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Continua la frase: “que perder la vida en una navidad”, también con minúscula esa navidad que te puede quitar la vida. Porque es una mala navidad, una navidad menor. La Navidad verdadera, con mayúscula, nunca te quitará la vida. Te dará la buena vida, la vida eterna, la vida que trae esa Palabra que ilumina a toda persona que viene a este mundo, pues en ella estaba la vida, y la vida era la luz de los humanos.