TRAGEDIA EN LAMPEDUSA

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LA TRAGEDIA NO ES CÍCLICA

La noria de la vida

Algunos quieren entender la vida igual que la noria en sentido circular, sin principio ni final, donde todo se repite cíclicamente. Pero nosotros la queremos y la vivimos  en espiral y lineal, con pasos, procesos, momentos, y sobre todo punto de partida y de llegada, con horizonte de absoluto y de plenitud; aceptamos la circularidad de la naturaleza en el marco del proyecto de una creación que apunta a la nueva vida, al nuevo mundo, donde la humanidad no está condenada ni a ser lo mismo, ni a carecer de futuro y sentido en la libertad de la verdad y lo auténtico. Jugamos en la noria, pero apostamos en la vida por el proyecto de la historia que sabemos que está en nuestras manos, con un fundamento absoluto y trascendente.

La tragedia de Lampedusa se repite en el tiempo, pero no es cíclica, ni natural. Sus lápidas no tienen nombre, pero sí historia y sentido. Hay un proyecto universal al que pertenecen en el horizonte del amor, donde sus nombres están grabados a fuego, y reclaman responsabilidad objetiva e histórica. El grito que pregunta sobre el hermano sufriente  permanece firme en medio del mundo  e interpela  cada momento de la historia. Éste es el nuestro y el silencio no es más que complicidad con la indiferencia que grita que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos. Esta es la razón de la posibilidad real de la muerte eterna para aquellos que forjaron infiernos terrenales para los débiles de este mundo; no debemos permitir esta amenaza sobre nadie, por eso tenemos que luchar por la libertad y la justicia para todos. El absoluto del sentido se identifica y se revela único en el dolor del justo sufriente y crucificado. Si no hay sentido y vida para las víctimas no lo habrá para nadie. El amor reclama justicia y dignidad, y el discurso de la resurrección sólo es creíble si nuestro compromiso es claro con los crucificados actuales del mundo.