DESEO DE VERDAD O ABUSO DE PODER

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“¿Tu verdad?  No, la Verdad, / y ven conmigo a buscarla. / La tuya guárdatela“ (Antonio Machado).

Mi verdad, en algunas ocasiones, puede ser falta de información, en otras puede ser un prejuicio. Y, en otras, y eso es lo que parece más grave, puede ser una justificación de mis acciones que, con todas las cartas boca arriba, me dejarían muy mal parado. Y nadie queremos quedar mal parados. Por eso nos esforzamos por presentar mi verdad como la verdad.

En todo ser humano hay un deseo de verdad. La prueba está en que muchas veces mentimos, pero no nos gusta que nos mientan. Este deseo de verdad necesita purificarse constantemente, porque, como acabo de indicar, muchas veces presentamos como verdad lo que en realidad es una búsqueda de justificación. Para purificar el deseo de verdad se requiere humildad, capacidad de escucha. Aunque no esté de acuerdo con el otro, quizás en lo que dice hay algo de verdad. Y si hay algo de verdad, el amante de la verdad debe acogerla.

El evangelio de Juan dice que la naturaleza del demonio es “ser mentiroso”. Identificarse con el demonio es peligroso. Por el contrario, Jesús es la Verdad y, por eso, dice la verdad. Vivimos en un mundo en el que hay demasiada mentira. En todos los terrenos, no sólo en el de la política. Uno de los espacios donde la mentira abunda más es allí donde hay poder (del tipo que sea, pero poder, que es algo distinto de autoridad: autoridad es capacidad de arrastre y de convencimiento). Quién tiene poder suele aferrarse a él y defenderlo a toda costa. Y el coste, en muchas ocasiones, es la verdad. El poder engaña, no de una forma burda, sino manipulando, tergiversando la realidad. Tiene la extraña habilidad de decir a uno lo contrario de lo que dice al otro.

El deseo de verdad se manifiesta allí donde hay voluntad de diálogo, voluntad de escucha, de compromiso, de consenso, capacidad de ceder y hasta de reconocer los errores El deseo de verdad conduce al bien. La verdad nunca hiere, en todo caso, purifica. Allí donde alguien queda herido “por la verdad”, seguro que no se trata de la verdad, sino de “mi verdad”. Por eso, como dice el poema de Machado, la verdad hay que buscarla juntos. Cuando no la buscamos juntos se convierte en “mi verdad”, y “mi verdad” corre el riesgo de derivar en abuso de poder.