La vida religiosa está en una encrucijada. El presente imprime una situación de vértigo. El pasado es fuerte y el futuro incierto. Los principios guía de la consagración tensan las decisiones hacia el riesgo y la provisionalidad. Las comunidades, que son la síntesis de la realidad de los religiosos y religiosas, están viviendo un momento fecundo pero de «alto riesgo». Conviven generaciones muy distantes en el tiempo: «abuelos y nietos» con pretensión de ser hermanos. ¿Cómo salvar ese salto generacional? ¿Dónde y en qué aspectos tiene que emplearse a fondo el liderazgo y la formación para cuidar el vino nuevo y el no tan nuevo?¿Qué cambios puede facilitar una renovación de la vida religiosa de manera que ésta sea para hombres y mujeres de hoy?¿Cómo posibilitar que las personas que han cumplido sus años sigan viviendo una consagración creativa, activa y del siglo XXI?
Estas y otras cuestiones hemos descubierto que necesitan un acompañamiento. Nuestra revista ofrece este número monográfico, el tercero del 2013, porque sensible a la realidad a la que quiere servir, entiende que la intergeneracionalidad no se asume si no se ilumina. Y además es una cuestión que no se puede dejar, ni los jóvenes ni los mayores pueden esperar a que el tiempo solucione lo que hemos de abordar desde el don vocacional.
SUMARIO
Luis A. Gonzalo Díez
Poner nombre a la situación
Marta García
“Tu Dios será mi Dios” (Rut 1, 16): Un icono bíblico de comunión entre generaciones
Pedro Belderrain
Es tiempo de otra cosa: generaciones llamadas a encontrarse
José Mª Fernández Martos
Abuelos y nietos ¿compartiendo el mismo techo, o portadores de la misma antorcha?
Luis A. Gonzalo Díez
Otra vida religiosa es necesaria
Raquel Navarro
La realidad intergeneracional: ¿Conflicto u oportunidad?