(José Tolentino de Mendonça). Para los fanáticos de la precisión, el inicio de la primavera está marcado este año para el día 20 de marzo a las 21,59 horas. Esa es la hora prevista del equinocio de primavera y, como tal, el instante exacto, el momento preciso en que la primavera despuntará. Sabemos, sin embargo, que en nosotros su inicio rara vez coincide con ese momento formal. A veces, el deshielo llega imprevistamente a nuestro corazón dentro del frío invierno. Otras veces, su florecimiento viene con un retraso árido y doloroso de siglos y a un paso desesperadamente lento. Es que la primavera no es solo una estación exterior, ni se reduce a un tema climático o botánico, porque tiene una significación, inevitablemente, humana. La primavera es tanto una cuestión externa como interna. Se multiplica en expresiones que ramifican el paisaje del mundo, pero también modifica el paisaje interno; tan sorprendente una como la otra, incluso más inolvidable ésta que la otra. En realidad, la primavera del mundo, que el fulgor de las acacias en un rompiente amarillo se ofrecen a preanunciar, nos interroga sobre algo más importante, que es nuestro florecer. Y solo hay una cosa más importante que eso, que nuestro florecer: es nuestro reflorecimiento. Que no sabemos cuándo y cuántas veces sucede. Solo sabemos que sucede.
De hecho, la naturaleza no asocia la primavera al nacer solo, sino también, o sobre todo, al renacer. Es la desnudez gráfica de los árboles, reducidos por el invierno a unas cuantas ramas estiradas, grises y como gritos, que estallan en una profusión verde e inimaginable de vida. Es aquella mata o talud, aquella fila dispuesta a lo largo de la carretera, aquel barranco, aquel aglomerado de árboles, sin armonía, que no llegan a ser un bosque, todo eso que vimos perder vitalidad a nuestro lado, o que percibimos languidecer hasta el extremo haciéndonos sentir más solos, lo que ahora vive este giro que nos asombra. En el fondo, aquellos sobre quienes recayó el océano helado del tiempo con mayor violencia o los que estuvieron más cerca de la muerte, aunque sea simbólica, son los que se incendian en un despertar esperanzado.
Puede ser solo una referencia aproximada, pero es bueno saber que, a las 21,59 horas del 20 de marzo de 2019, la primavera se levantará y también es imagen de la primavera pascual.