Del primer Bergoglio al Papa Francisco

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Soy dos años mayor que Jorge Bergoglio, de modo que hemos convivido mucho tiempo, como jesuitas, en la misma Provincia argentina, aunque nunca coincidimos en la misma comunidad local. Por eso, no dispongo de anécdotas personales, de los que comen juntos y se encuentran todos los días. Mis recuerdos son muy puntuales. Cuando él cursaba la Teología en nuestra Facultad de San Miguel, yo me iniciaba como profesor y lo tuve de alumno en algún curso. Ahora bien, al referirme al “primer” Bergoglio no estoy pensando en su juventud sino en sus comienzos como gobernante en la Compañía de Jesús. Cada congregación posee su estilo en la forma de vivir el voto de obediencia. Pero hay un algo común al gobierno ejercido por un superior, por un obispo, por el Papa. Del primer Bergoglio al actual hay diferencias, pero también continuidad.

Candidato sin experiencia

Concluida su formación, Bergoglio fue designado maestro de novicios. Poco después se hizo una consulta a todas las comunidades para que presentaran candidatos a Provincial. En la que yo vivía, salió, entre otros, el nombre de Bergoglio. Recuerdo que me opuse firmemente a esa candidatura. Dije que este compañero nuestro podía llegar a ser un buen Provincial, pero que no lo “quemaran”, que lo dejaran madurar, ya que era muy joven. Y aparte de ser joven, nunca había sido superior local. El maestro de novicios tiene a su cargo a jóvenes enteramente disponibles. Un superior, en cambio, tiene que lidiar, cada tanto, con religiosos neuróticos, enfermos o adictos al alcohol. Esa experiencia de las relaciones conflictivas le faltaba a Bergoglio.

En nuestra congregación, cada tanto han designado Provincial a alguno que nunca fue superior, sobre todo en zonas de misión, donde escasean los candidatos. Tuvimos un caso singular, en el orden mundial. En 1758 hubo que designar Superior General de la Compañía de Jesús. La elección recayó en Lorenzo Ricci, que había sido profesor de filosofía y teología, pero nunca superior. Y le tocó afrontar la situación más trágica para la orden. En Portugal se iniciaba la persecución y el arresto de los jesuitas, con algunas ejecuciones. Poco después la orden fue suprimida en Francia y más tarde tuvo lugar la expulsión de los dominios de España. Para remachar el golpe, Clemente XIV suprimió la orden, en 1773 y el P. Ricci fue encerrado en una cárcel papal miserable, donde murió dos años más tarde. Ahora bien, durante las tormentas previas, el superior Ricci se refugió en la oración. No mostró “cintura política”. Un jesuita historiador quiso publicar un libro con cantidad de cartas de obispos, favorables a la Compañía, pero el general no se lo permitió.

Cintura política

Retornando a la Argentina, algunos reconocían la fuerza de mis argumentos, pero veían que estábamos en un momento especial que requería un timonel con la imaginación de un joven y la decisión de un hombre como Bergoglio. Eran los años posteriores al Concilio, cuando cada grupo hacía su lectura de los signos de los tiempos y cada jesuita se guiaba por lo que le inspiraba el Espíritu Santo. Había que reacomodar los estudios y la formación, de acuerdo a los documentos conciliares, pero no aparecía el genio que lo hiciera. Para colmo, en esa época, cantidad de sacerdotes y seminaristas “colgaron los hábitos”. No se podía seguir con más de lo mismo. Se requería algo nuevo y Bergoglio encarnaba las expectativas de muchos. El apoyo que le dio el P. Fiorito, maestro de espiritualidad, fue decisivo. Y asumió como Provincial en 1973.

Observando los hechos a la distancia, creo que el Provincial Bergoglio mostró más cintura política de lo que yo suponía. Los jesuitas dirigíamos tres universidades católicas, una de ellas la del Salvador, en Buenos Aires. Esta última parecía ingobernable y estaba al borde de la quiebra, con una deuda de dos millones de dólares. El Provincial anterior a Bergoglio había designado un equipo de cinco jesuitas, incluido el rector, procurando reencauzarla. Yo hacía las actas de las reuniones y veía que ese “equipo” no era tal. Le escribí entonces una larga carta al Provincial, diciéndole que, a mi criterio, debíamos entregar la universidad a una asociación de laicos, porque carecíamos de la capacidad para sacarla adelante. Dos meses después asumió Bergoglio como Provincial y al año siguiente decidió la entrega, que fue complicada, porque había que dejar la institución en buen estado de funcionamiento. Además, los laicos debían recibirla sin deudas. Para ello hubo que vender valiosas propiedades, todo lo cual ocasionó duras críticas a Bergoglio. Pero creo que hizo lo mejor, consideradas todas las circunstancias.

Conflicto con los militares

Otro hecho importante y de gran repercusión fue el referido a los sacerdotes jesuitas Jálics y Yorio. Un día fueron secuestrados por fuerzas de seguridad y estuvieron desaparecidos durante varios meses. El Provincial Bergoglio hizo gestiones ante las autoridades militares, y los dos jesuitas reaparecieron. Habían estado encadenados y con los ojos vendados. Pero desde entonces quedó flotando, entre algunos amigos de los dos secuestrados, el rumor de que Bergoglio los habría entregado. Yo estaba en Francia. Después conversé largamente con ambos y con Bergoglio, quien me detalló las gestiones que había hecho. Yo no tenía motivos para dudar de sus afirmaciones. Además, si reaparecieron, no fue por arte de magia. Los militares podían liberar a alguno, detenido oficialmente en una comisaría. Pero a un “desaparecido” no podían liberarlo, porque ofrecería después un testimonio demoledor. Si reaparecieron, entonces, fue por alguna influencia muy importante. Y no veo a otro, fuera del Provincial Bergoglio, interesado por ellos y con capacidad de influir.

No obstante eso, los rumores continuaban y se publicaban, en artículos y en libros. El tema era doloroso. Hace unos tres años el cardenal Bergoglio respondió a un largo interrogatorio de jueces, en calidad de “testigo”, no de imputado. Y los jueces dieron por concluido el asunto. Se acaba de hacer público el video con dicho interrogatorio. Hay que tener en cuenta que la justicia argentina continúa juzgando y condenando con severidad a los militares de aquella época. Si hubieran encontrado algún punto dudoso en la declaración del cardenal Bergoglio, no habrían cerrado la causa por tratarse de un obispo. Hace un par de años, la Cámara Federal de Rosario ordenó el procesamiento del obispo Laguna, acusado de haber ocultado información sobre los desaparecidos. La muerte lo salvó a Mons. Laguna, gran defensor de los Derechos Humanos.

El P. Yorio murió en un accidente vial, en Uruguay. El P. Jálics vive en Alemania. Después de la elección de Francisco, sacó una declaración donde afirmaba que él y Bergoglio se habían reconciliado y se habían abrazado solemnemente. Que él estaba en paz con el nuevo Papa. Pero esa declaración despertó más dudas. ¿Significaba acaso que él había perdonado a quien lo había entregado? Por eso, sacó una nueva declaración donde dice claramente que Bergoglio no los entregó, sino que fueron secuestrados porque había trabajado con ellos una catequista que después ingresó en la guerrilla. Esperemos que, con esta declaración, se ponga término a un rumor tan demoledor.

Influencia en la Argentina

Creo que el nuevo Papa está ya ejerciendo una influencia positiva en la vida de la Argentina. Las iglesias están más llenas con gente que no solía frecuentarlas. Escuché por radio al ex presidente Duhalde. Contó que viendo en la pantalla al nuevo Papa, a quien conocía, esa noche no podía dormir por las palabras referentes a la reconciliación. Conmovido, levantó el teléfono y llamó al ex presidente Menem, con quien estaba enemistado. Luego fue a visitarlo y le dio un abrazo, no sólo a Menem sino también a otras personalidades políticas. Conociendo lo que es el rencor entre los argentinos, que convertimos en enemigos a los adversarios, este abrazo de dos ex presidentes democráticos nos augura tiempos mejores.

El gobierno “K” (Kirchner y Cristina) no sentía simpatía por Bergoglio. Lo veían como un líder de la oposición. Pero nuestra presidenta fue a la asunción de Francisco y se emocionó, sobre todo por el beso que él le dio. Los seguidores de Cristina Fernández de Kirchner comenzaron a realinearse en sintonía con los sentimientos de la conductora, ya que algunos, el día de la elección, habían criticado a Bergoglio. Casi diría que hubo un intento de utilizar al Papa en favor del gobierno. Cristina le pidió a Su Santidad que intercediera ante Inglaterra por las Malvinas, lo que parece un desatino. Muchos católicos, incluso obispos, deseaban que el Papa viniera a la Argentina a beatificar al Cura Brochero, en julio, cuando deberá estar en Brasil. Pero él optó por no regresar a nuestro país antes de las elecciones de octubre. El primer Bergoglio adquirió una experiencia de gobierno que hoy le permite caminar sin tropezones.