¿Cómo transmitir lo que creo en nuestro quehacer diario? Quizás se trata de dibujar, con trazos sencillos pero indelebles, el rostro de Dios que hombres y mujeres anhelamos. El trazo del Dios Padre que hace lo posible para que tengamos vida en abundancia, especialmente allí donde la vida parece que se escapa a borbotones. El del Dios creador que nos invita a recrear nuestro mundo, muestras relaciones, nuestra economía, nuestro consumo… porque otro mundo es posible. El del rostro de la misericordia, liberador, que reclama justicia, cordialidad profética, compromiso ciudadano… en definitiva fe en Dios y fe en el hombre.