Nuevo MONOGRÁFICO de la Revista VIDA RELIGIOSA

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 Gente con pasión (Editorial)
Benedicto XVI hace tiempo que ha entrado en la historia. En ella dejará un hueco importante. Ha sabido estudiar y escuchar; entender y proponer. Con una brillantez intelectual nada frecuente, afronta un final de época con mucha lucidez.
Es un intelectual que cree y mucho más; es un pastor para este tiempo y sabe que tras las sombras y nubarrones; tras un desgaste evidente de seguridades del ayer, también está la voz de Dios. Su apariencia frágil desvela gestos que indican urgencia en un cambio de timón en nuestra Iglesia. Desconcierta así a los que se creen fuertes, dentro y fuera de la comunidad cristiana. Acaba de convocar un Sínodo sin precedentes, tanto por el número de participantes y la pluralidad que expresan, cuanto por la oportunidad de la reflexión. El Sínodo de la Nueva Evangelización es un clamor profético que directamente está anunciando “que lo viejo pasó”. Las formas se agotan, los centros de interés se desplazan, pero Jesucristo –ayer, hoy y siempre – permanece. Él, el único, equidistante de todos los momentos de la historia. Y ahí, solamente ahí, la voz del Sínodo puede, en verdad, ofrecer nuevas líneas y argumentos para que los entusiasmados se confirmen, los cansados descansen y los desconectados se pregunten. No deja de ser una evidencia que la lejanía del mundo con Dios, no la ha establecido Dios, sino aquellos que lo proponemos. Hablar de evangelización es hablar de una vuelta a una pasión responsable que nos interroga por la verdad que motiva nuestra existencia.

El Papa en la apertura del Sínodo no aludió a las atrocidades y pecados del mundo, se empleó a fondo, como hacen los buenos maestros, para dejarnos en pocas líneas una verdad imborrable en tres tiempos: primero, que se es evangelizador cuando en el corazón se tiene una pasión ardiente de comunicar Cristo al mundo; segundo, que evangelio quiere decir que Dios ha quebrado el silencio, por tanto conoce el mundo y puede ser conocido por él gracias a la confesión; y, tercero, que la forma de hacer visible esa palabra de Dios es sólo el amor, el testimonio. La claridad y sinceridad de lo que ofrecemos.
Alto, claro y directo. La gran pregunta sobre la evangelización para este tiempo es: ¿habrá gente con pasión? Sólo la pasión puede centrar la evangelización, armonizar y actualizar el pueblo de Dios y devolvernos a la obediencia a la misión. Los grandes lugares teológicos de este tiempo, donde se genera y cuestiona la vida, encuentran la respuesta que necesitan cuando son leídos por hombres y mujeres con pasión en el corazón.
La hoja de ruta próxima no consistirá en la “enésima” pregunta por los males que vamos a atajar o los errores que tenemos que responder, el orden que queremos asegurar o la verdad que vamos a imponer, consistirá en un examen sereno que, ante el mundo que amamos, vamos a pasar. ¿Será en verdad y siempre el amor lo que mueve nuestras palabras y convocatorias? ¿Queremos que el mundo se transforme desde una verdad que nos haga a todos iguales? Si Jesús es la palabra definitiva de Dios, que rompe su silencio con el mundo, las rupturas entre los que nos llamamos evangelizadores, ¿tienen sentido? ¿No estará pidiendo la Nueva Evangelización una conversión hacia la misión compartida, la armonía de las formas de vida y una mejor distribución de los carismas, ministerios y servicios en la Iglesia? ¿Habrá gente con pasión entre los laicos, obispos, presbíteros y religiosos?

 

Índice
El Sínodo en las bodas de oro del Concilio Vaticano II, Bruno Secondin
«La nueva evangelización»: significado y otras perspectivas, José Cristo Rey García
Impulso misionero y espiritual: una llamada inevitable a la vida religiosa, Judette Gallares
Seducidos/as por el sueño de Dios, Giselle Gómez
Los nuevos escenarios de la evangelizaciónIgnacio Madera
La vida consagrada, signo e instrumento del Espíritu en la nueva evangelización, José Rodríguez Carballo
– Iniciar en la experiencia de Dios o el camino hacia la civilización de la vigilancia, Pilar Avellaneda
Testimonios: Laurinda Faria , José María Pérez Navarro y Ángel Garachana