Cultura participativa, comunión y comunidad

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Internet es un otro mundo, un universo diverso novedoso (aunque cada vez lo es menos). Como cualquier mundo para algunos les resulta interesante, a otros deplorable y a otros desconocido. Pero, en todo caso, es un mundo inmenso, que casi no tiene contornos y pocas fronteras. Por tanto creo oportuno acotar, aunque quizás sea un intento de poner vallas al viento. Otros artículos de este número tratan otras cuestiones relacionadas con internet, yo me voy a limitar (que ya es mucho decir) a la realidad difusa de las redes sociales y sus derivados (blogs, bitácoras, etc.,) y su relación con el nuevo espacio de comunitariedad y participación.

Pequeño acercamiento
En la vida religiosa este nuevo medio tiene sus defensores y sus detractores. Nuestra media de edad es muy elevada (menos en Asia y África) y algunos de sus miembros decidieron que el acceso a este nuevo mundo ya no es posible. Otros lo perciben como algo increíble a explorar, con muchas posibilidades.
El caso de las redes sociales todavía es más particular. Para muchos encierra cierta dosis de riesgo, ya que supone interactuar con otras personas que participan en ellas y que no tienen por qué ser de mi misma cosmovisión (aunque en muchas en estas redes existe la posibilidad de elección de amistad y de limitación de visibilidad).
Esta cierta publicidad en campo abierto, sin muchas defensas, hace que sea un medio poco frecuentado por algunos.
También hay que decir que no todo lo que se encuentra en las redes sociales o en los blogs (la blogosfera) es del tipo de cultura eclesiástica al uso. Son más bien espacios de comunicación, de compartir lo que me pasa, de publicitar aquello que, algunas veces, no digo en el cara a cara.
Es un nuevo modelo de participación que rompe los moldes de la comunicación anterior, las distancias, los silencios.
Con palabras (escritas o pronunciadas), con fotos, con música, con vídeos, con iconos, con noticias de los medios, con poesía, con retazos literarios, con meras interjecciones o con puntos suspensivos, se dicen sensaciones, estados de ánimo, colores, filias y fobias, deseos, opiniones políticas, eclesiásticas, felicitaciones, desesperaciones, se dice casi todo lo que nos podemos imaginar.
Y se dice en riguroso directo. Hoy por hoy no se depende de un ordenador para poder entrar en este mundo diverso del que hablamos. Los nuevos móviles o tabletas tienen conexión a internet y desde ellos se va relatando lo vivido, experimentado o pensado al instante. Facebook, Twitter, YouTube, Hi5 o los nuevos sistemas de mensajería instantánea como WhatsApp o Viber, o las vías de comunicación de video y audio como Skype o FaceTime (también soportados por las tabletas o los móviles), conceden la posibilidad de comunicación en tiempo real allí dónde te encuentres y con quién te encuentres.
Este universo comunicativo y participativo se expande casi sin límites. En el autobús, en el metro, por la calle, en el cine o en tu casa, tienes acceso a esas redes y a la inmediatez de lo que le está pasando a los otros o a ti mismo o a la sociedad.
Todas las ventanas permanecen abiertas día y noche. Si tienes amigos en otros continentes, incluso cuando duermes, la comunicación continúa abierta, todo sigue fluyendo y lo puedes leer o ver u opinar más tarde, cuando te levantes o cuando quieras.
También es cierto que todo lo que se comunica, todo lo que se crea o comparte nace con una fecha de caducidad muy limitada. Unas horas o sólo unos minutos hacen que lo compartido desaparezca bajo una nueva capa de opiniones o de expresiones. Puedes hacer un seguimiento de lo que te interesa, pero la novedad pierde su vigencia rápidamente y lo que importa es el instante, el “ya”. La imagen de Crono o Saturno devorando a sus hijos cobra especial fuerza en este mundo. No sólo en las redes sociales, también los blogs (en general todas las páginas web) necesitan de una constante actualización, de una renovación pautada si no quieres que pierdan su vigencia y sus visitas.
Las dos características de inmediatez y caducidad hacen que se dibujen unas nuevas coordenadas que chocan frontalmente contra la búsqueda de lo inamovible o la seguridad de lo perdurable, tan del gusto de algunos.
Esta fluidez de lo vivido no es sólo una realidad en el universo digital. Es también una realidad que configura la vida de muchas personas en todo el mundo. No sé qué es primero o qué influye en quién (huevo o gallina), pero es cierto que esta nueva conformación está en la mente y en el corazón de un gran número de seres humanos. El vértigo de lo que sea (imágenes, sonido, sensaciones) es un elemento que configura a la persona y que se expresa en internet y en la vida. O en la vida tamizada o teñida por internet.
Quizás esta sea la cuestión de mayor calado y adquiere una de sus formas de expresión más puras en las redes sociales, prolongación mediada, pero real, de esta misma vida.
No importa si el pensamiento o la sensación es originaria del sujeto. Puedo compartir y gustar (el famoso ME GUSTA) del pensamiento o de la experiencia de los demás, siempre de manera abierta y gratuita (pirata, dicen algunos).
Cojo lo que me interesa (fotos, vídeos, música, frases, noticias, pensamientos…) de otros y lo comparto con los demás, bajo el filtro de lo que me gusta o de lo que no me gusta, de lo chocante, curioso, gracioso, interesante, denunciable, solidario… No es mío, no es original, pero eso no importa porque compartiéndolo lo hago mío (desde todas las claves anteriores). Y otros, a su vez, lo van a compartir desde mi publicación, desde mis gustos o criterios.
Por ello, la noción de cultura queda ampliada desde la nueva materialidad inmaterial, desde este nuevo acceso global y particular al mismo tiempo. No es un plagio porque no me interesa ocultar la fuente (muchas veces no se puede ocultar, porque las redes me obligan a compartir con el nombre de la fuente y es lo más rápido y sencillo), es un hacer mío lo que fue de otros, socializando así algo que me incumbe (para bien o para mal) en ese preciso instante y que muy pronto quedará olvidado, escondido por otras inmediateces.
El caos es otra de las características. El caos que nace de lo aleatorio de la vida misma o de los intereses de ésta. No puedes hacer un índice conceptual o una organización sistemática de lo que está sucediendo. De todos modos, si así se hiciese, valdría de poco, ya que quedaría caduca rápidamente. Uno puede estar escuchando una canción que colgó alguien en Facebook, por ejemplo, y estar leyendo una noticia que otro publicó y abriendo unas fotos de un fin de semana en la nieve de una persona que no ves hace muchos años, todo ello sin la menor relación, salvo tus propios intereses o gustos. Y no crea ningún problema mental ni ninguna clase de ansiedad. El caos elegido deja de ser tal por voluntad propia. No importa la cantidad de estímulos recibidos (visuales, auditivos) que ejercen su influjo sobre la razón o sobre la memoria. Lo que importa es que seas tú el que los elijas. De algún modo, te conviertes en fuente de sentido del gran muro en el que lo colgado fluye sin cesar, como la vida líquida, y arrastra a su paso algunos prejuicios o ignorancias si permites que sea así.
La pluralidad abierta
Creo que la mayor riqueza de todo este mundo de las redes sociales y de los blogs es la pluralidad que encontramos en ellos.
Depende de cada usuario, pero suele ser verdad que en la lista de amigos o de los twitter que sigues o de los blogs que consultas hay de todo.
Es cierto que existe algún tipo de interés que une esta diversidad, pero es algo muy sutil, muy fino, casi quebradizo.
Los lazos de amistad intensos, como los de antes, como en el contexto epistolar por ejemplo, ya no importan, tampoco las redes sociales tienen la misma función.
La convivencia virtual es de otro tipo. El contacto es mínimo, en el sentido de grandes discursos o de descripciones pormenorizadas de estados de ánimo o de pensamientos. Esta minimización viene dada por el contexto en el que te comunicas. Lo extenso se desecha sin más (salvando algo que te interese realmente y en lo que inviertas un tiempo precioso que te impide ver otras cosas). Pero todo ello no tiene por qué restar intensidad a la comunicación.
Con unas pocas palabras, con una canción, con una foto, con un icono o un video dices mucho de lo que pasa en alguna parcela de tu vida.
Por ejemplo:

Esto es un link de una página que se llama FRASES BELLAS, que no sé dónde está alojada, pero que colgó una persona que vive (o dice que vive en Venezuela), que a su vez copió de una página www.ondaprix.com/tica (que ya no está disponible), y que una persona de Vigo linkeó en su muro y que yo vi. No es una reflexión profunda, simplemente una foto de fondo con una frase que no pone quién es el autor. Se ve en segundos y puede ayudarte o no, puede ser real o no, pero quienes la comparten lo hacen por algo. La persona de Vigo, que es la que yo conozco, no sé por qué razón la compartió, se lo podría preguntar pero no lo hago. La veo, me vale o no, y sigo viendo otras cosas. Si me interesase mucho de cara a los demás la podría compartir yo también.
Este ejemplo es bastante imperecedero. Puede tener una vigencia relativamente alta si se sigue compartiendo, si sigue interesando. Puede recorrer el mundo, el de habla hispana, en el caso presente se compartió 65 veces (no mucho, como veremos con otros ejemplos).
Otra de las posibilidades de estos días (cuanto salga este artículo ya se habrá olvidado) es la de seguir en directo las manifestaciones en Grecia en contra de los recortes impuestos por el gobierno. Por faceebook puedes seguir en directo todo lo que está sucediendo en las calles de Atenas, ya que existe un enlace con un livestream que lo recoge minuto a minuto y en riguroso directo. También existe la posibilidad de visionar vídeos grabados de los días anteriores.
También puedes convocar cosas. En relación con lo de Grecia, DRY (Democracia Real Ya), convoca en Madrid una concentración en frente a la embajada griega:
El pueblo griego ha salido hoy a la calle masivamente y con rabia, ¿y nosotros? ¿nos vamos a quedar quietos? ¿hay mejor manera de salir a la calle que irse hoy lunes a solidarizarse con el pueblo griego?
Convocada una concentración frente a la embajada griega de Madrid, a las 20:00h en la calle Doctor Arce, 24 (entre los <M> de República Argentina, Cruz del Rayo y Concha Espina).
Todo está conectado y son fuentes diversas a los medios de comunicación tradicionales. Quizás en un periódico en su edición digital puedes seguir algo del caso de Grecia, pero no en directo y con la posibilidad de convocar y gestar una protesta. No olvidemos que la denominada Primavera Árabe fue concebida y realizada, en buena manera, gracias a las redes sociales.
Puedes contactar y seguir también a partidos minoritarios que no tienen la posibilidad de la atención de los grandes medios como Por un mundo más justo.
Canciones compuestas por personas que no pueden tener el apoyo de las grandes multinacionales y quieren darse a conocer: ahora mismo acabo de ver un vídeo del cantautor Álvaro Fraile de una de sus últimas canciones y que ya tiene más de 1600 reproducciones en 48 horas en YouTube, compartido por un claretiano.
O ver el video de la familia claretiana en Francia que propone una actividad en torno al camino de Santiago.
O enterarme de que hoy es el curso especial de Febrero dedicado a la Dimensión Intercultural en el ITVR de Madrid (al que no voy a ir).
O ver que Lucía está ahora viajando por la autovía dirección a Oviedo para cerrar unas compras de su trabajo y que hace mal tiempo.
O saber que unos amigos van a dar un concierto el próximo sábado en A Coruña al que no puedo ir, pero sé que después podré ver un vídeo del mismo.
O pegar esto en tu muro. Algo que ya fue compartido 5420 veces y que le gusta a 1017 personas (la flecha señala tu foto de perfil en Facebook).

O tener la dicha de saber que ya nació el hijo de un amigo, a miles de kilómetros de distancia, del siguiente modo: 3340 y 50 cm. Ya somos tres. 🙂
O consultar la página de la Conferencia Episcopal Española, o la australiana, o la de USA, o la del Obispo de Winchester que es anglicano, o la de las Siervas del Espíritu Santo (a las que no conozco) y ver sus fotos de perfil y leer su muro
O ver la página de Wátina Tours que se dedica al turismo sostenible y responsable. Y desde aquí irme a una web que propone y puntúa hoteles medioambientalmente responsables.
Y millones de cosas más…
Son solo ejemplos tomados más o menos al azar en un día cualquiera y en unos pocos minutos. La mayoría de las informaciones van a perder su vigencia en breve, pero ya forman parte de mi día y, probablemente algunas, de un tiempo más perdurable. Son cosas de las que podría haber prescindido y no hubiera pasado gran cosa. Pero también son realidades que me llevan más allá del mundo diminuto que habito y me hace tomar conciencia de esta pluralidad abierta a la que aludíamos.
Lo increíble de este medio es la mezcla de maneras de pensar y de vivir que por ella transitan. Quizás sea una tontería, pero tengo añadidos a mis amigos de Facebook desde un obispo, a dos tatuadores, a cinco grupos de rockabilly, a un director de orquesta, al director de VR y de Vida Nueva, a un realizador de cortos y vídeos musicales, a parroquias, a varios claretianos, a algunos miembros de mi familia, a movimientos sociales, a algunos ex alumnos, a un pintor (de brocha fina), a empleados de fábricas, a parados… Y por nacionalidades: franceses, australianos, españoles, peruanos, venezolanos, taiwaneses, filipinos, birmanos, argentinos, brasileños, suizos, alemanes, belgas y algún gallego.
Es sólo un botón de muestra y no muy bueno, pero nos puede dar una idea de lo que se cuece por estos lares en clave de pluralidad. Sé que es muy limitada y, como decíamos, frágil. Que no es la panacea de nada, que puede ser solo un pequeño barniz de entretenimiento. Que, según muchos, es una pérdida de tiempo y de energías. En casi todo puedo estar de acuerdo.
Pero no es menos cierto que esta ampliación diminutiva de la propia vida te puede dar otras coordenadas diversas que son de agradecer para convivir de otro modo, en la distancia o en la cercanía. Y que la comunicación que crea, de tantas maneras diversas, puede abrir las miras existenciales a otras realidades que ya no son ajenas y que no nos llegan por los medios de comunicación clásicos.
Las personas tenemos la opción de interactuar, de expresar ideas, estados de ánimo, oraciones, deseos, información, estética, gustos… de manera abierta y, hasta cierto punto, libre. Cada vez es menos libre porque el sistema (ese gran desconocido cotidiano) cada vez quiere tener más controlado este mundo y sus aledaños bajo el disfraz de la seguridad y de los derechos de otros que tienen el poder en sus manos.
Es la riqueza de la diversidad y un esbozo de comunitariedad difuminada, si se quiere, pero que es cristalización virtual (también real) de lo que es la configuración de una parte de la humanidad actual.
Evidentemente, gracias a Dios, no sólo somos redes sociales los que las utilizamos. Pero sí que creo que son reflejo de lo que de algún modo venimos siendo y viceversa.
Aviso para navegantes
La VR está transformándose continuamente y esto es regalo del Espíritu. No son necesarias las redes sociales ni los blogs para que esto se dé. Pero sí que las nuevas generaciones (escasas) y las no tan nuevas que las utilizan tienen en su bagaje todo lo descrito o, por lo menos, algo de ello.
Conceptos anteriores como amistades particulares, mortificación de los sentidos, alejamiento del mundo entendido como algo pecaminoso, cerrazón del corazón no sólo de verjas, retiro egoísta a las comodidades de lo seguro intramuros, falsas humildades unidas a grandes dosis de orgullo…. cobran un nuevo sentido (si no lo tenían todavía) a la luz de lo anterior.
Para la vida comunitaria, entendida de manera clásica, es un cambio de coordenadas. Los claustros ya no pueden ser cerrados. La formación inicial ya no puede estar supervisada en todo momento. La comunicación con los de fuera ya no es controlada por los superiores o por los responsables. El mundo pierde sus contornos definidos y gana en apertura hasta ahora insólita.
Todo tiene sus peligros y esto también. No es lo mismo la popularidad que la participación. La popularidad que tiende a volcarse exclusivamente en lo publicitado superficial puede ser motivo de olvido de nuestros prójimos cercanos. Esta acotación de cercanía no es baladí. El prójimo hoy no sólo es el que tengo físicamente a mi lado, la extensión de este concepto es buena porque me ocupo y preocupo de lo que no es cercano y no tengo excusa para decir que no lo sabía o no lo conocía.
Pero el olvido de lo físico, de las relaciones que requieren de la paciencia y del mimo que sólo puede dar ese amigo escurridizo que es el tiempo, es algo que se ha de cuidar con esmero. Y no sólo hablo aquí de comunidad religiosa o consagrada, sino también de la dimensión de misión compartida. Lo virtual, que también requiere de un contacto, no puede llegar a excluir ese roce físico, que es más inseguro, menos aséptico, pero también más pleno.
También sería bueno no caer en los tópicos de las apariencias exageradas. Me explico. Hay casos en las redes sociales y en los blogs, en los que se prima desmesuradamente las señas exteriores de pertenencia o el lenguaje arcano o que se supone correcto a mi grupo. En comunidades abiertas que tienen diversas sensibilidades, no todas acordes con lo que aparentamos (no con lo que somos), esto chirría y produce rechazo. Es verdad que en tiempos complicados se tiende a exagerar las señas de pertenencia. Pero suele caerse en la caricatura de lo que creo que los demás deben pensar de lo que represento. En un soporte de este tipo hay público para todo, pero no se trata de colgar a todas horas citas bíblicas o mensajes con angelitos. Hay un espacio muy grande para la creatividad y las nuevas formas que muchas personas están aprovechando muy bien y que están más en sintonía con esta comunidad abierta y plural. Sin renunciar a lo que vivimos se puede anunciar la Buena Noticia como algo Bueno, que es lo que es, sin exageraciones y sin estridencias ofensivas o impositivas.
El encaje en la vida consagrada de realidades como inmediatez, caos, caducidad y cultura participativa abierta (en internet y en la vida), a mi modo de entender, no está todavía realizada. Se percibe como algo exclusivamente negativo. Pesan todavía mucho otras maneras de entender la vida que tienden al inmovilismo, a la seguridad, a lo eterno (sin fecha de caducidad, entiendase bien) y al grupo cerrado y realimentado en sí mismo, que no deja de ser una clase de antropofagia cultural (algo que en la Iglesia siempre se rechazó). Mezcla no significa contaminación y nuevas formas no significan abandono de lo esencial. La caducidad no es simple renuncia a los valores denominados eternos sino, quizás, una búsqueda más o menos auténtica de lo que puede llegar a ser o un cuestionamiento honrado de lo que estoy siendo o de lo que estamos siendo. Vale que todo extremo es negativo, pero hay pinceladas que no tienen por qué ser consideradas moralmente malas a la primera de cambio. Lo efímero también tiene su fuerza y va dejando su huella en la vida de las personas.
Como algo muy positivo hay que tener en cuenta ese carácter de compartir y de comunicarse. Es cierto que comparto incluso lo que no es mío, como decíamos. Pero siempre bajo el prisma de expresar algo que me define o de lo que gusto y disfruto o que denuncio junto a otros. No importa tanto la originalidad como la expresión, ayudados de otros. Lo que está ahí es público y pueden cortar y pegar o darle al botón de compartir todos los que quieran hacerlo las veces que quieran (esto también vale para los blogs).
Por último decir que la fuerza de cambio social y de protesta o discusión en estos tiempos recios es muy aprovechable. Los pequeños movimientos sin posibilidad de espacio público en los medios tradicionales encuentran aquí una ayuda decidida. La otra información, el seguimiento de cuestiones o realidades olvidadas, la fuerza de lo débil o minoritario no es nada desdeñable y es oportunidad de conocer otra realidad diversa, tan verdad como otras verdades que nos quieren imponer otros medios con intereses, en principio, más oscuros. Esta generalización del poder de información, de enterarse, también da miedo a los que antes controlaban esta gran fuerza para su propio interés. Las opiniones o las visiones diversas antes no podían gozar de esta publicidad que ahora es una realidad. Por ello el interés de muchos por dejar este camino olvidado o cercenado.
Termino con un comentario en FaceBook de una persona que conozco y que me parece precioso. Es una creyente de a pie, sin más pretensiones que creer y ser feliz. Que así sea:
Cuando miro a mi alrededor y me encuentro realidades tan enfermas, difíciles, inaguantables… me doy cuenta que cada día es una bendición, y que soy muy afortunada…creo que la verdad está en el amor y gracias a Dios, tengo un trozo de esta pócima en casa!