Hay personas que, a diario, se preguntan por la verdad de su consagración. La mayoría nunca lo cuentan, a penas publican y no suelen prodigarse en foros donde están «los que tienen algo que decir». Hay vida consagrada y además está tan viva y tan sana como la que echan de menos algunos nostálgicos. Estos hombres y mujeres que encarnan la consagración con futuro no están haciendo ruido pero tampoco están pasivos. No es ningún secreto que la consagración tiene verdades sorprendentes que nunca serán titular. Al menos no lo será para quienes ávidos de noticias de relumbrón y encuentros numerosos, sólo busquen la notoriedad. Ciertamente, hay un buen número que ha entendido lo que significa ser un «resto con vida» y eso es lo que se celebra en la Jornada de la Vida Consagrada.
Viene a nuestra portada una imagen de Haití dos años después del terremoto. Allí está uno de los crisoles de la misión para la vida consagrada. Y allí, justamente, lejos de titulares, siguen ofreciendo vida, quienes han encontrado el sentido de la misma sirviendo gratuitamente: un buen número de religiosas y religiosos que estaban antes, durante y después del terremoto. Eso sí, unidos a otros que han llegado a raíz de la atroz convocatoria.
También acompañan estas líneas, ilustraciones que evocan vida compartida, que es la consecuencia de la obediencia a la misión. Rostros con edad y con vida; gente con camino y capacidad para ofrecerlo. Gente que sabe que la vida no son globos de colores, aunque los necesita. También la misión compartida es el icono de la vida consagrada que se celebra en esta jornada. Es el terreno abonado de la evangelización .
Se nos antoja, además, que la celebración de la vida consagrada es sobre todo, la celebración de muchas vidas anónimas. Quizá, ni están haciendo lo que quieren, ni, mucho menos, donde quieren. Son hombres y mujeres que están apoyando la seguridad, únicamente, en la providencia de Dios. Están en las asistenciales, en las casas de formación, acompañando el crecimiento en fe en las parroquias o en los pasillos del colegio; viviendo entre los últimos u ofreciendo tierra e historia a cuantos hijos de este «mundo-mercado» han tenido que dejar sus raíces… Están en muchos monasterios, donde aparentemente no pasa nada y, sin embargo, logran que la maravilla de Dios no se contamine de vértigo… están por todos los sitios y nunca son noticia, ni necesitan serlo.
La vida consagrada está en el misterio de Dios. Como tal, ni completamente desvelado ni posible, a nuestro entender, conocer sus límites y su futuro. Otros anhelos: formulaciones grandilocuentes, organigramas de ejecutivos con prisa y pasión por ser noticia… no indican nada más que la tentación de la coyuntura, vaciamiento de la misión y carencia de fe.
Caminamos hacia un sínodo dedicado a la nueva evangelización y, en él, la vida consagrada tiene mucho que ofrecer. Sobre todo, libertad y capacidad para vivir en diálogo. Nos parecen muy acertados los Lineamenta del próximo sínodo, cuando afirman que estamos ante «un problema eclesiológico, que se refiere a la capacidad o a la incapacidad de la Iglesia de configurarse como real comunidad, como verdadera fraternidad, como un cuerpo y no como una maquina o una empresa». Ni más, ni menos.
ÍNDICE
Hasta la cocina, Daniel Izuzquiza
2 de febrero, Jornada de la Vida Consagrada, J. B. Libanio, Elena Davara, Ignacio Madera, Jaume Pujol I Bardolet, Robert Prevost, José Rodríguez Carballo, Manuel Herrero, Card. Maradiaga, Pedro Barreto
Evangelizadores nuevos, Aquilino Bocos
ADN de profetas, Marta García
Retiro: La mirada de Dios, Fernando Negro
Hacia una vida consagrada humanamente significativa y pastoralmente elocuente, Gerardo Daniel Ramos
Misteriosa transparencia, José Cristo Rey García
Haití, solidaridad en sufrimiento, Anistus Chima
Haití, dos años después…, Marta Vélez
Canonización de la Madre Carmen Sallés, Asunción Valls
Noticias
Regalarnos una tarde, Mariola López
Lectura recomendada, Francisco J. Caballero