LA LUZ DE LA NAVIDAD, ESTRECHAMENTE LIGADA A LA COMUNIÓN

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Todas estas palabras me interpelan y alientan a caminar buscando y sembrando la comunión que Cristo Jesús nos trae, por eso creo que es bueno dejarlas resonar, para que nos hablen al corazón hasta ser transformados, y que -desde este corazón nuevo- se generen nuestras más nobles obras de comunión.

“La misión en la vida de la Iglesia está estrechamente ligada a la comunión […] La Navidad nos recuerda que Jesús ha venido a revelarnos el verdadero rostro de Dios como Padre, para que todos pudiéramos ser sus hijos y, por tanto, hermanos y hermanas entre nosotros […] Ser signo de una nueva humanidad, no fundada en la lógica del egoísmo y el individualismo, sino en el amor mutuo y la solidaridad recíproca. Esta es una tarea más urgente que nunca ad intra y ad extra. […] Ser constructores de la comunión de Cristo, que pide configurarse como Iglesia sinodal, donde todos colaboran y cooperan en la misma misión, cada uno según el propio carisma y el rol recibido. Pero esto se construye, más que con las palabras y los documentos, mediante gestos y actitudes concretos que deben manifestarse en lo cotidiano. […] En el esfuerzo cotidiano es hermoso cuando encontramos amigos en quienes poder confiar, cuando caen máscaras y engaños, cuando las personas no son usadas y pasadas por encima, cuando hay ayuda mutua, cuando se reconoce a cada uno el propio valor y la propia competencia, evitando generar insatisfacciones y rencores. Hay una conversión personal que debemos desear y perseguir, para que en nuestras relaciones pueda transparentarse el amor de Cristo que nos hace hermanos […] Y esto ocurre si somos nosotros los primeros en vivir como hermanos y hacemos brillar en el mundo la luz de la comunión” (Papa León XIV)