Crónica del Jubileo de la Vida Consagrada (2)
Mariano Sedano
Misionero Claretiano (San Petersburgo, Rusia)
Variaciones para cuerno y orquesta
La tercera jornada del Jubileo dio comienzo el 10 de octubre en el aula Pablo VI con la celebración eucarística presidida por el cardenal George Jacob Koovakad, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. Acabada la misa, sor Simona Brambilla dirigió un saludo a los participantes e introdujo los trabajos matutinos. En su intervención —breve pero densa de simbolismo sugerente— nos propuso la imagen del yobel —el cuerno que en la tradición judía anunciaba el inicio del Jubileo— como un símbolo de la vida consagrada. “En el yobel podemos vislumbrar la misión de la vida consagrada: ser un canal vivo por el que pasa el soplo de Dios, que toca su melodía, anunciando una transformación en el signo de relaciones justas, respetuosas y fecundas con Dios, entre nosotros, con la creación; en el signo de la reconciliación, del perdón, de la restitución, de la reparación. Es Dios, con su aliento, quien realiza esta transformación. A nosotros nos corresponde ser canales vivos, libres, vacíos de lo que no es Dios, para dejar que Él nos llene de su melodía y que esta llegue al corazón de las personas y de la creación (…) Somos como muchos yobel, cada uno con su sonido único e irrepetible, pero llamados a hacer resonar juntos la sinfonía del Jubileo de la esperanza”.
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