Humanidad en Adviento

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Comienza el Año Litúrgico. Comienza el Tiempo de Adviento… Comienza en los libros de la comunidad eclesial… comienza en los ritos… ¿comienza en la vida de la comunidad, en la vida de los fieles, en mi vida?

Si la fe dice: “A ti, Señor, levanto mi alma”, es tiempo de Adviento.

Si la fe dice: “Dios mío, en ti confío”, es tiempo de Adviento.

Si la fe espera “justicia y derecho en la tierra”, comienza el Adviento.

Si decimos: “Jesús”, ansiando la salvación, ha comenzado el Adviento.

Si desde la noche buscamos la Luz que ilumine nuestra vida, vivimos en tiempo de Adviento.

Si desde el silencio esperamos la Palabra que nos hable de Ti, vivimos en tiempo de Adviento.

Si desde la soledad anhelamos el abrazo de tu Amor, vivimos en tiempo de Adviento.

Si desde lo hondo la fe levanta los ojos del alma al Señor, ha comenzado el Adviento.

Si nuestro anhelo es que “el Señor nos colme y nos haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos”, nuestro anhelo dice que hemos entrado de lleno en el tiempo de Adviento.

Si soñamos con los caminos de Dios, esperamos a Jesús: estamos en Adviento.

Si pedimos conocimiento de la ley del Señor, pedimos conocer a Jesús: estamos en Adviento.

Si buscamos “misericordia y lealtad”, buscamos a Jesús: somos Iglesia en Adviento.

Si estamos en camino para ser de Jesús, estamos en camino de Adviento.

Si somos humanidad en busca de esperanza, de justicia, de solidaridad, de amor, de alegría, de paz, de vida, si somos humanidad en busca del bien, somos humanidad en busca de Jesús: somos humanidad en Adviento.

Hasta aquí hemos dicho “Jesús”, pues sabemos que no hay Adviento si no hay espera, búsqueda, añoranza, deseo de Cristo Jesús. Pero la fe nos recuerda que, si decimos “Cristo Jesús”, decimos su palabra, decimos eucaristía, decimos hermanos, decimos comunidad eclesial, decimos pobres, decimos “todos”, decimos “todo”.

Si buscamos escuchar a Cristo Jesús en su palabra: estamos en Adviento.

Si deseamos comulgar con Cristo Jesús en la eucaristía, estamos en Adviento.

Si añoramos amar a Cristo Jesús en hermanos, estamos en Adviento.

Si esperamos encontrarnos con Cristo Jesús en la comunidad de fe, estamos en Adviento.

Si nos disponemos a cuidar de Cristo Jesús en los pobres, estamos en Adviento.

Si nos comprometemos a acoger a Cristo Jesús en todos y en todo, estamos ciertamente en tiempo de Adviento.

Y es la Iglesia en Adviento la que confiesa: “El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto”. El fruto de nuestra tierra empapada de gracia, de nuestra pobreza bendecida de Dios, será Cristo Jesús en nosotros, será nuestra vida en Cristo Jesús.

Feliz camino de Adviento.