Federico Andrés Carpintero Lozano, fms
“¡Necesitamos hermanos!, ¡necesitamos hermanos!”, repetía Marcelino Champagnat a sus compañeros sacerdotes. Con dos razones: “Mi primera educación en la escuela fue equivocada. Necesitamos hermanos para educar a los niños, para enseñarles la Buena Noticia de Jesús”.
Marcelino soñaba con hermanos sencillos, sembradores de Evangelio. Hermanos para todos los niños y jóvenes del mundo, especialmente los más necesitados.
Marcelino Champagnat
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