Los evangelios nos narran la atención que Jesús prestaba a los enfermos. Tanto en tiempo de Jesús como en nuestro tiempo una de las consecuencias más penosas de la enfermedad es que nos aísla de los demás. Por eso, una de las cosas que más necesita el enfermo es compañía, comprensión, cercanía y solidaridad. En este tiempo de pandemia esta soledad del enfermo se ha hecho especialmente notoria en aquellos que han tenido que pasar largas temporadas aislados en una cámara de hospital, sin contacto con sus seres más queridos. A este respecto el Papa recuerda que “visitar a los enfermos es una invitación que Cristo hace a todos sus discípulos. ¡Cuántos enfermos y cuántas personas ancianas viven en sus casas y esperan una visita! El ministerio de la consolación es responsabilidad de todo bautizado, consciente de la palabra de Jesús: “estuve enfermo y me visitasteis” (Mt 25,36).
Sin duda, el egoísmo está en el origen de todos los males de la humanidad. No es menos cierto que la compasión está enraizada en lo más propio de lo humano. Existen evidencias arqueológicas (de hace unos 500.000 años) de la atención a individuos heridos, enfermos, discapacitados o ancianos durante largo tiempo. Se han descubierto restos de un homínido de más de 45 años (pura senectud entonces), con fuertes dolencias en la espalda, que no hubiera podido sobrevivir sin la ayuda de otros. Y también de niños con anomalías congénitas en el cerebro, que no hubieran sobrevivido sin la ayuda de sus congéneres.
La compasión, decía Miguel de Unamuno, es lo que nos diferencia de los animales. Tomás de Aquino, citando a Aristóteles, decía que, viendo el dolor de los demás, “los hombres se compadecen de sus semejantes y allegados, por pensar que también ellos pueden padecer esos males”. Si cuando veo a una persona necesitada o enferma no veo allí mi propia humanidad es que el ego, la egolatría se ha apoderado de mi. Cuidar y respetar al enfermo es estar a favor de la vida. Una sociedad que no cuida al enfermo, al anciano o al débil es una sociedad violenta, egoísta, y el egoísmo es siempre una opción contra la vida.